De cómo los turcos descubrieron América

Jorge Amado

GÉNERO

Ediciones B. Barcelona (1995). 118 págs. 1.600 ptas.

Jorge Amado, escritor brasileño nacido en 1912, ha sido uno de los literatos más internacionales de su país, en gran parte gracias al apoyo que en Europa recibió de sus correligionarios comunistas. Aunque dejó oficialmente el Partido Comunista en 1955, se mantuvo siempre en la órbita de los intelectuales de la esfera soviética. Ahora, ya octogenario, ha producido dos títulos, la novela De cómo los turcos descubrieron América y el libro de memorias Navegación de cabotaje, en el que costea con gran habilidad entre los peligrosos bajíos de la autobiografía, sin rozar ni una roca a flor de agua.

¿Sobre qué escribe Jorge Amado?: sobre Brasil, sobre política brasileña, sobre las religiones animistas afroamericanas, sobre las desigualdades sociales existentes en su patria, sobre la miseria y la injusticia, sobre las costumbres criollas y las de los negros mestizos, sobre la burguesía corrupta. No sería justo, sin embargo, atribuir solamente a su habilidad de maniobra el éxito y la fama de que disfruta Jorge Amado, que acaba de recibir el premio Camoes de la literatura portuguesa, equivalente al Cervantes español. Su pluma, fértil y barroca, describe con gran riqueza léxica escenarios y ambientes, crea situaciones verosímiles y construye diálogos fluidos, en los que a menudo aparece el humor.

Amado da vida a las gentes de Bahía, su Estado natal, a los seres sencillos que viven una lucha diaria contra la pobreza sin perder la ingenua alegría de su temperamento confiado. La fuerza expresiva de su lenguaje, siempre difícil de traducir, la plasticidad de su colorido localista y el ritmo intenso que suele imprimir al desarrollo de la acción, son elementos que definen su literatura.

También es cierto que, con bastante frecuencia, el compromiso ideológico le lleva a caer, por afán de denuncia, en el melodrama, y que su apasionada aversión a la Iglesia Católica le hace incurrir en la demagogia al trazar personajes devotos o eclesiásticos, perdiendo toda imparcialidad. En cambio, cuando escribe sobre los cultos animistas afroamericanos, llevados al Brasil por los antiguos esclavos, su confesado ateísmo no le impide entusiasmarse ante el exotismo primitivo de estos rituales mágicos.

Marxismo aparte, Amado es sobre todo un narrador formal, que no profundiza demasiado en el contenido de sus libros, donde el lector encuentra, antes que nada, un tono fuertemente sensual, un vitalismo primario y una sexualidad urgente y elemental.

Pilar de Cecilia

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