Calle Mayor

TÍTULO ORIGINALMain Street

GÉNERO

Espasa. Madrid (2003). 460 págs. 18 €. Traducción: Carlos de Onís.

Dentro de la nueva colección «Relecturas», de la editorial Espasa, vuelve al mercado español Calle Mayor, la novela con la que debutó el primer escritor estadounidense que obtuvo el premio Nobel de literatura en 1930. Con esta crónica un tanto ácida de la vida en una pequeña ciudad del Medio Oeste, dibujada según los recuerdos de su infancia, Sinclair Lewis comenzó una carrera cuyo éxito, en su momento, fue comparable al de Hemingway o Fitzgerald.

Todo se centra en la progresiva insatisfacción de Carol, la joven esposa del doctor Kennicott, médico de la pequeña ciudad de Gopher Prairie. Recién llegada allí, Carol tiene una clara conciencia de su superioridad cultural e intenta elevar el nivel de la ciudad, pero choca con un muro de chismorreos y de convenciones que la abruman cada vez más. En su momento, el eco de la novela aumentó gracias a la reacción indignada de quienes se vieron agredidos por la crítica que se hace de algunas ideas imperantes entonces sobre los papeles de hombres y mujeres en el matrimonio, y por el dibujo inmisericorde de la cortedad de miras provinciana.

La novela sigue teniendo valor hoy día, en primer lugar, por la calidad de su escritura. Lewis matiza y enriquece su narración con cuidadas descripciones de las costumbres locales, procura reproducir los distintos modos de hablar de sus personajes, añade observaciones agudas. El paso lento de la historia, que puede cansar a los lectores apresurados, es apropiado para una novela en la que se pretende reflejar el ritmo de vida en Gopher Prairie y la evolución del mundo interior de Carol. En segundo lugar, Calle Mayor tiene un cierto valor testimonial sobre cómo eran algunos aspectos de la vida de la clase media que Lewis conoció, aunque también sea cierto que su visión particular modela las cosas y le hace fijarse sólo en lo que desea ver. Al final, sin embargo, Calle Mayor no se queda sólo en una sátira contra el provincianismo, sino también contra el intelectualismo superficial de la gente de ciudad, que no sabe apreciar ni sus propias limitaciones ni las cualidades de fondo que tienen los demás.

Luis Daniel González

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