Contemporáneo de James Joyce, el periodista y dramaturgo Seumas O’Kelly (1881-1918) es uno de los más importantes escritores irlandeses de la primera mitad del siglo XX. Tras el acierto de la publicación de su breve y famosa novela La tumba del tejedor, aparece ahora una espléndida colección de relatos que se publicó en 1918, año de su muerte.
Los relatos están muy bien ambientados en la región de Connacht, la parte más occidental de Irlanda. Como telón de fondo, en algunos aparecen las huellas de la Gran Hambruna que tuvo lugar en Irlanda a mediados del siglo XIX y que padecieron especialmente los habitantes de esta región.
La mayoría son relatos muy costumbristas, con algunos elementos fantásticos, muy presentes en la literatura oral y popular irlandesa. Esta mezcla de realidad y fantasía se aprecia en los relatos “El zapatero” y “El Lago Gris”, donde se reproducen también algunas bellas leyendas tradicionales.
Otros describen la picaresca sagaz y ruin de algunos campesinos, como en el relato “La lata con la marca de diamante”, una eficaz y entretenida incursión en la astucia rural. En otros aparecen las ilusiones de sus habitantes, en unos casos con final feliz, como las de un vendedor de turba, aficionado a la canción; y los sueños frustrados de Martin Cosgrave, quien en “El edificio” tiene que asumir que la vida es una constante sucesión de espejismos y frustraciones. Algunos reflejan el mundo rural sórdido, violento y primitivo, como en “La cabra blanca”, también con sus dosis de humanidad. Y los que hablan de la muerte, como el que transcurre en el cementerio del asilo de pobres, “Entierro al borde del camino”.
Muy bien traducidos, estos relatos muestran la realidad de las vidas de los habitantes de una región que ha aprendido a convivir con las penalidades y las injusticias. O’Kelly retrata como nadie el espíritu campesino irlandés, portador de una práctica y ancestral filosofía de la vida.