Priscilla Beaulieu conoció a Elvis Presley en 1959 en Alemania, cuando él cumplía su servicio militar. Él era una estrella del rock y ella una adolescente. A pesar de la diferencia de edad y estatus iniciaron una relación de amistad que terminaría en matrimonio. Su relación estuvo siempre lastrada por la fama y la personalidad del rey del rock, y por la agenda que le imponía su manager.
Hace un par de años Baz Luhrmann realizó Elvis, un magnífico show, todo color, música y baile. El narrador era Tom Parker (manager de Elvis), que reconocía sus defectos, pero también afirmaba que él había dado al mundo a Elvis Priesley. La película de Sofia Coppola es todo lo contrario: un relato íntimo, bastante frío, que muestra a dos seres que querrían vivir una vida normal pero la fama y las exigencias del negocio se lo impidieron. Destaca en esta cinta un tono gris –también en la fotografía– y la continua soledad de la protagonista, única voz en esta historia, obligada a quedarse en Graceland cuando Elvis partía de gira o a rodar una película. Llama la atención que no veamos ninguna actuación del rey, y que una gran banda sonora, llena de éxitos de época, no contenga ninguna canción suya.
Cailee Spaeny encarna bien a Priscilla, sobre todo en su etapa de adolescente, felizmente enamorada de Elvis. Jacob Elordi interpreta a un Elvis muy alejado del mito creado por los medios.