Este octavo episodio de la saga de Tom Cruise empieza donde terminó Misión imposible: sentencia mortal, parte 1. Cuando una inteligencia artificial, llamada “La Entidad”, está a punto de hacerse con el control de todas las bases nucleares de las principales potencias mundiales, Ethan Hunt tiene en sus manos la llave cruciforme capaz de abrir el centro de la IA en cuestión. Sobre él recae la responsabilidad de salvar el mundo entero de un cataclismo total. Con el permiso de la presidenta de los Estados Unidos.
Vuelve a estar al mando el ya veterano Christopher McQuarrie. En su filmografía, McQuarrie ha demostrado ser muy capaz de dar forma a películas donde las grandes secuencias adrenalínicas no están reñidas con una narrativa sólida. Él y Cruise –el gran factótum de la saga desde Protocolo Fantasma–, siguen dotando al personaje de Ethan Hunt de cierta entidad moral. Y, como ya ocurría en Sentencia mortal, la importancia de la amistad, la vida individual y el trabajo en equipo forman parte crucial de la historia.
En el guion, repite el tándem anterior: McQuarrie junto a Erik Jendresen. Y se nota que originalmente iba a ser una sola película dividida en dos, pero, por razones comerciales, se vieron obligados a desarrollarla como un octavo episodio. El principal error ha sido que, seguramente queriendo distanciarse de esa, e intentar conectar con el público de siempre y, al mismo tiempo, atraer nuevas audiencias, se ha tirado demasiado de nostalgia, buscando enlaces con las películas antiguas, que poco –o nada– aportan al desarrollo de la trama. Por ello, ese guiño constante al pasado termina pasando factura y, en esta ocasión, la duración sí puede hacerse excesiva.
A pesar de este pequeño bache, la película ha sido concebida como posible colofón de la saga, supeditado –claro está– al éxito que termine cosechando. En este sentido, el recurso a escenas anteriores sí que funciona, al igual que el tono más reflexivo que atraviesa buena parte del metraje.
En definitiva, ver un nuevo capítulo de Misión Imposible –y, sobre todo, verla en la gran pantalla, más cuando está filmada para IMAX– es saber que vas a pasar un rato muy entretenido. Sentencia Final no es una excepción. Casi tres horas de acción, suspense y humor que van a ser la delicia de los fans de la saga protagonizada por Tom Cruise. “La más grandilocuente”, como dicen los promotores. Y, quizá, también, la más melancólica.