Hispanoamérica, canto de vida y esperanza
7/10Valoración

Hispanoamérica, canto de vida y esperanza

PRODUCCIÓN España, 2024

DURACIÓN 112 min.

PÚBLICOTodos los públicos

contenidos

Ritmo : ⚪⚪⚫

ESTRENO12/04/2024

José Luis Lopez-Linares nos recibió con una gran sonrisa –amén de su inevitable sombrero y bufanda– y no quiso decir mucho: “para eso hago películas”. Ha entrevistado a un centenar de expertos de todo tipo y nación, ha rodado en México, Perú, Bolivia, Ecuador… en ciudades, costas y selvas, y le parece poco. Pero es más que suficiente para mostrar que muchas acusaciones contra el imperio español son falsas –cosa que sabíamos– y fácilmente demostrables: basta con estudiar un poco, y viajar.

Arranca este bellísimo documental con una declaración del profesor Carlos Leáñez Aristimuño (Universidad Simón Bolívar), explicando que en Hispanoamérica son víctimas de un relato que básicamente dice que los indígenas eran santos y felices hasta que llegaron unos crueles barbudos que vinieron a matar y saquear. Añade que ese relato es nocivo para los americanos que no terminan de conocer o aceptar sus raíces, y no pueden desplegar su inmensa riqueza. Las dos horas siguientes lo dejan muy claro.

El relato de López-Linares está construido a partir de la cultura y de la belleza: música, literatura, arquitectura, pintura y escultura. Pero antes tuvo lugar la conquista de México. Recuerdan varios historiadores que fue un hecho local, la realizaron tropas indígenas –90.000 soldados–, que acompañaron a los 900 españoles de Cortés. Él consiguió unificar a los pueblos víctimas de los aztecas que se pusieron a sus órdenes y que, dicen los documentos, no fueron conquistados, sino que fueron primero aliados y luego súbditos de la corona hasta la independencia. Los españoles no acabaron con la cultura local, la incorporaron y mezclaron con la suya propia; el resultado es la personalidad de los pueblos hispanoamericanos que tiene tres elementos básicos, el indígena, el español y el catolicismo -sea uno practicante o no- que entró rápidamente gracias a los franciscanos y, muy en particular, a la Virgen de Guadalupe.

El proceso de mestizaje comenzó inmediatamente después de la toma de México. Recuerdan los expertos que el barroco es el arte típico de Hispanoamérica, manifestación de vitalidad de una civilización joven y alegre. De muestra, unos magníficos edificios –más barrocos que los de Sevilla–, una imaginería local con sus costaleros indígenas, pintura con poderoso colorido y, sobre todo, la música: los pueblos americanos amaban la música y los misioneros -además de aprender lenguas nativas- aportaron sus violines y guitarras. La conquista no se hizo tanto con la espada y la cruz afirman, cuanto con la cruz y la guitarra. Conmueve ver cómo en la selva boliviana se encuentran maravillosas partituras de música sacra, conservada por los indígenas tras la expulsión de los jesuitas. Asombra ver que la primera polifonía americana fue compuesta por Juan Pérez Bocanegra para un texto en quechua.

López-Linares considera que la leyenda negra está superada, fue construida por los enemigos de España y posteriormente retomada por los “libertadores” que abolieron la igualdad de los indígenas. A él le interesa destacar que el sistema colonial anglo-francés del siglo XIX no tiene nada que ver con el español.

Hispanoamérica tenía virreinatos, provincias que eran parte de España. La reina Isabel se ocupó de que sus súbditos americanos tuvieran iguales derechos que los peninsulares. Y había instituciones –visitadores y oidores– que controlaban la administración de los virreinatos. Trescientos años de historia común han dejado un poso profundo que los dos últimos siglos no han anulado, y que no es bueno olvidar.

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