El 2 de octubre 2018, el periodista saudí Jamal Khashoggi acude al consulado de su país en Estambul para recoger los documentos –solicitados en una visita anterior– necesarios para celebrar matrimonio. Su novia Hatice Cengiz le espera fuera del edificio consular durante horas. Khashoggi vivía desde 2017 en Estados Unidos y publicaba en The Washington Post artículos críticos contra Arabia Saudí y sobre todo contra el príncipe heredero Mohammed bin Salman, denominado MBS. No saldría vivo del consulado.
El documentalista Bryan Fogel –quien con Ícaro ganó el Oscar de 2017 al mejor largometraje documental– lleva a cabo en El disidente una excelente labor de periodismo de investigación que, en muchos momentos, recuerda las mejores películas de ficción del thriller político, principalmente por el gran manejo del ritmo y el tempo cinematográfico. Como hilo conductor, Fogel cuenta con Omar Abdulaziz, asimismo periodista saudí exiliado y colaborador de Khashoggi en varios proyectos. Un papel central desempeñan las grabaciones de audio que, según las autoridades turcas, demuestran que Khashoggi fue torturado y asesinado en el consulado. Un film lógicamente duro, pero que revela la falta de escrúpulos del gobierno de uno de los países más ricos del mundo.