En la ciudad taiwanesa de Songyan, en 1997, un enmascarado provoca conmoción al enviar a diversas cadenas de televisión un vídeo con un asesinato. Tras este impactante comienzo, El asesino mediático –que adapta una novela de Miyuki Miyabe– introduce al personaje principal, el fiscal Hsiao-Chi Kuo. Pronto se presenta también a los otros protagonistas, el veterano policía Shang-Yong Lin y la periodista novel Yen-Jhen Lu.
Con una gama cromática sombría, incluso en los reflejos de las luces de neón, y lúgubres localizaciones, la serie hace hincapié en una sordidez, reflejo de la depravación moral, que recuerda a El silencio de los corderos o aún más a Seven. Incluso podría decirse que es como una adaptación a la sociedad taiwanesa del tétrico mundo que presenta David Fincher. Las espeluznantes escenas de tortura y asesinato, algunas bastante explícitas, encuentran un contrapeso en las relaciones humanas entre el fiscal Hsiao-Chi Kuo con los otros protagonistas.
A pesar de algunas caídas de ritmo, los directores Henri Chang y Jung-chi Chang consiguen imprimir suspense, a lo largo de los diez capítulos, a la adaptación de su propia novela por Miyuki Miyabe y su coautor Ko-Ming Ma. En cuanto a los personajes, pese a que se empleen ciertos tópicos como el policía a punto de jubilarse o la ingenua reportera, los actores Tsung-Hua Tou y Cammy Chiang, respectivamente, logran dotar de personalidad y disfrazar algunos clichés. En la interpretación destaca el protagonista Kang Ren Wu, quien refleja una amplia variedad de registros dramáticos de la personalidad del joven fiscal.
Como en Seven, la macabra crudeza del argumento en El asesino mediático responde a una dura crítica a la disolución de valores morales y de cohesión social. También se muestra con acidez la influencia de los medios de comunicación y en particular del periodismo sensacionalista, que facilita que el asesino busque la atención de los medios para manipular a la opinión pública. Por contraste, algunos personajes –como el abuelo de una de las víctimas– derrochan una gran humanidad.
