Sara Santano está celebrando su jubilación como inspectora de Hacienda cuando recibe una última misión tributaria. Si consigue demostrar que la popular cantante latina Celeste reside en España al menos 184 días al año, se llevará una parte de la imponente multa con la que pretenden castigar a la artista.
“¡Que no es una comedia!”, insistía una y otra vez Carmen Machi en las entrevistas del pasado Festival de San Sebastián, donde fue presentada la serie. Pero era evidente que la unión entre la actriz madrileña y el director y guionista Diego San José (uno de los colaboradores habituales de Borja Cobeaga, responsable de películas y series cómicas como Ocho apellidos vascos o Vota Juan), llevaba al equívoco.
Celeste no cita directamente a Shakira, pero es evidente que la trama se basa en la compleja investigación fiscal que finalmente llevó a la cantante colombiana a rendirse y pagar una millonada ante el agotador acoso, a pesar de seguir defendiendo su inocencia. El gran acierto del creador de esta serie es precisamente poner el foco en la investigadora y no en la investigada. Carmen Machi interpreta un personaje que hace de su último trabajo una obsesión, con una composición perfectamente diseñada desde el rutinario peinado y vestuario, completado con una gafas inmensas y fiscalizadoras.
La serie tiene mucha ironía para reflejar la vida de personas que se dedican a indagar sin pudor en la vida íntima de los famosos. Por eso la inspectora de Hacienda encuentra un aliado natural en un veterano paparazzo interpretado por el siempre convincente Manolo Solo (Cerrar los ojos, 30 monedas). Estos dos personajes tienen caracteres antagónicos, pero comparten la fascinación por bordear los límites de la ley en su protección del derecho a la intimidad.
Celeste tiene también detalles de ingenio en la recreación de secundarios, especialmente en el de la repelente secretaria de la inspectora, brillantemente interpretado por Clara Sans (Mamen Mayo, Cardo). Sin embargo, a la serie le falta una construcción más empática y definida de la cantante perseguida, que finalmente resulta demasiado anónima e indiferente. Si a esto le sumamos una investigación voluntariamente reiterativa, a esta notable ficción le falta el necesario pulso del thriller para llegar a ser una ficción que cumpla con las expectativas.