Sin exclusiones

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El Sínodo de la Iglesia de Lyon, formado por representantes de todas las comunidades y parroquias, ha pedido que se estudie la ordenación de hombres casados y el posible diaconado de la mujer. Como el motivo alegado es la falta de vocaciones, sería de esperar que el sínodo se alegrara al saber que la diócesis contaría con tres sacerdotes más. Sin embargo, el anuncio de que el arzobispo de Lyon, Mons. Albert Decourtray, había ordenado a tres sacerdotes formados en un seminario de la tradicionalista Fraternidad de San Pedro, creó cierto malestar entre los delegados del sínodo. Mons. Decourtray ha explicado que la diócesis de Lyon había escogido «la vía de la reconciliación» al acoger a aquellos que, fieles al rito de San Pío V, no quisieron seguir a Mons. Lefebvre en su cisma.

Por su parte, el Sínodo adoptó una resolución en la que se pide que «las orientaciones del Vaticano II sean puestas en práctica, especialmente en los sitios donde algún sacerdote no las comparte o sigue orientaciones radicalmente opuestas». Una petición que tendría más fuerza si no olvidara que una de las prescripciones del Vaticano II fue la reafirmación del celibato sacerdotal para todos los candidatos al sacerdocio en la Iglesia latina. De todos modos, es de esperar que la política de acercamiento entre unos y otros fieles acabe imponiéndose. Después de todo, los delegados del sínodo reafirmaron su hostilidad a «toda palabra o iniciativa que rechace y excluya a los extranjeros».

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