“Sin el apoyo del gobierno sirio no podemos vivir”

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Cuando la ciudad siria de Homs se convirtió en el epicentro de los combates entre las fuerzas rebeldes y el ejército de Bashar al Asad, el arzobispo grecocatólico melquita, Jean Abdo Arbach, debió salir de la localidad junto con otros cristianos. Los insurgentes, según narra a Aceprensa, “estuvieron viviendo en mi arzobispado. Debajo de la catedral instalaron un hospital de campaña para ellos, hasta el último día”.

El “último día” fue el 8 de mayo de 2014, cuando los rebeldes se replegaron. Solo entonces, al día siguiente, Mons. Arbach pudo regresar a la ciudad “a dirigir mis parroquias”. Hasta ese momento había estado refugiado en un pueblo a cinco kilómetros de allí. Como muchos otros de sus vecinos y fieles.

La Iglesia habla con el gobierno sirio, “pero no todo sale a la luz”

El arzobispo conversa brevemente con nosotros en la sede madrileña de Ayuda a la Iglesia Necesitada, a donde ha acudido a la presentación del Informe de la Libertad Religiosa en el Mundo 2016. Siria, patria de Mons. Arbach, es un triste ejemplo de los desgarros que sufre esa libertad: solo en su ciudad, en Homs, han sido asesinados 420 fieles cristianos desde que comenzó la guerra.

Aunque Ud. habla de liberación de la ciudad, entiendo que aún hay combates en Homs…

En la provincia de Homs sí, pues es un territorio muy grande. Aunque sí, a veces caen algunos cohetes, algunas bombas, en la ciudad.

– Cuando llegaron los rebeldes, ¿se quedaron cristianos allí?

– Sí. Nosotros estuvimos hasta el último minuto. Cuando llegó la noticia de que había que salir, así lo hicimos. No había otra opción. Pero en Al-Qusayr se quedaron 40 cristianos, y en Homs, también 40. Cuando mataron al P. Francis [Van der Lugt], quedaban solo 25 personas. A las otras pudimos sacarlas. Fue tras la liberación de la ciudad cuando comenzamos a volver, pero antes, en medio de los combates entre el ejército, Al Nusra y el Daesh, pues no había opción: salir o quedarse, morir o salvarse.

Según explica, en Homs vivían más de mil familias cristianas que comenzaron a huir según se recrudecía el conflicto. Cuando llegaron los islamistas, sometieron por igual a cristianos y a musulmanes, y tomaron el control de las redes de suministros. “A todos los humillaron. Fueron momentos muy difíciles”.

¿Ha comenzado la restauración?

–Empezamos a trabajar ahora. El arzobispado ya está reparado, y se trabaja en la restauración de la catedral y de otras iglesias. Ya se han comenzado a celebrar misas, bodas, y muchas personas, muchas familias, con el apoyo de la Iglesia, de ACNUR y UNICEF, están retornando. Porque no les es fácil vivir fuera de su casa. No hay trabajo, y para la gente no es fácil pagar un alquiler. Por eso, prefieren tener aunque sea una habitación y una cocina, y les es suficiente.

En cuanto a los derechos de los cristianos, ¿también han sido restaurados o continúan relegados?

– En Siria no hubo jamás discriminación contra los cristianos, hasta que comenzó la guerra. En las zonas donde está el Daesh no podemos entrar, pero sí en las controladas por el gobierno.

Alepo, la tragedia

– ¿Cómo son las relaciones de la Iglesia con el gobierno de Al Asad?

– Gracias a Dios, son buenas, como en cualquier otro país. Es mi presidente, ¿qué voy a hacer? Necesitamos el apoyo del gobierno, si no, no podemos vivir. Hoy en Homs y en todos los demás pueblos, las gasolineras, los mercados, todo está en manos del gobierno. Y hay que acudir a ellos, sí o sí.

– Usted ha estado al tanto de lo ocurrido en Alepo. Ha habido bombardeos de las fuerzas sirias y rusas sobre la ciudad y hay muchas víctimas civiles. ¿La Iglesia le ha preguntado a Al Asad por qué está haciendo esto?

“En Siria no hubo jamás discriminación contra los cristianos, hasta que comenzó la guerra”

– La guerra es la guerra. Alepo es una ciudad donde hay muchos grupos, en muchos barrios. Si [a los rebeldes] se les ofrece la reconciliación y no la quieren, ¿qué hacer? En Alepo se les ha propuesto la reconciliación, y no han aceptado, porque ello significa la derrota. Hay civiles allí, y ellos los han tomado como escudos humanos. ¿Qué puede hacer el gobierno?

– Sí, pero han caído bombas en áreas pobladas. ¿La Iglesia no ha interpelado al gobierno por esto?

– La Iglesia habla, pero no todo sale a la luz.

– ¿Ha habido algún tipo de recriminación a las autoridades por esto?

– No, ha habido diálogo con el gobierno. La Iglesia da consejos, pero no se mete sobre dónde se tiran las bombas o no. Es una cuestión militar.

– Pero las bombas han caído sobre civiles y los han matado…

– En cualquier guerra mueren civiles. Es necesario discernir bien las cosas. La Iglesia da opiniones, da consejos, pero las decisiones de la guerra no están en su mano. Por otra parte, no todos los medios de comunicación cuentan la realidad sobre Siria. Se dicen muchas mentiras, cosas que no ocurren. Muchas veces escuchamos noticias, y cuando vamos al lugar, no han sucedido.

– ¿Qué pediría Ud. a la Iglesia respecto a sus hermanos en Siria?

– Oración, como dice el Papa Francisco. La oración salva. Eso en primer lugar. Y también la unión de los cristianos. Estamos ya cerca de la Navidad, y Emanuel significa ‘Dios con nosotros’, que nos da la paz. Él es el Rey de la Paz. Necesitamos que esta guerra termine. El pueblo sirio está sufriendo, los niños sirios están sufriendo, y necesitan la paz.

El cristianismo, la religión más perseguida en el mundo

El recién publicado Informe de la Libertad Religiosa en el Mundo –único estudio sobre el tema que es íntegramente elaborado por una institución católica– abarca el período comprendido entre junio de 2014 y junio de 2016. Además de ofrecer detalles sobre la situación en 196 países examinados, recoge datos globales de interés, como que el 20% de los países sufre graves violaciones de esta libertad. En 23 de ellos hay persecución directa, y en otros 15 se reporta discriminación contra los seguidores de algún credo concreto.

El cristianismo ocupa, en este sentido, el puesto de religión más perseguida. Uno de cada seis cristianos vive en sitios donde la hostilidad es la norma (en números totales serían 334 millones de fieles). Asimismo, se señala que el islam extremista es, a día de hoy, la principal amenaza a la libertad religiosa y la primera causa de la persecución, así como que 1 de cada 5 países ha sufrido ataques yihadistas.

Además de cifras, el Informe recoge testimonios e historias de personas y comunidades de diversos credos, afectadas por la persecución o la intolerancia. Entre estos, puede mencionarse el de una chica iraquí de la minoría yazidí que fue repetidamente violada por los terroristas del Daesh; el relato sobre el asesinato de un tendero musulmán que se atrevió a felicitar a los cristianos por Pascua de Resurrección, en el Reino Unido; la masacre cometida por Al Shabab en una universidad de Kenia, o la violenta campaña antimusulmana que ha liderado un conocido monje budista en Myanmar (antigua Birmania).

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