Próxima parada de Francisco: Tailandia y Japón

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Continuando con su periplo por esos países y regiones en que los miembros de la Iglesia son minoría o se les discrimina a causa de su fe, el Papa Francisco realiza un viaje a Tailandia y Japón entre el 20 y el 26 de noviembre. En ambas naciones, los católicos conforman comunidades muy minoritarias, a las que el Pastor de la Iglesia universal ahora animará con su presencia.

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En el primer país mencionado, donde ya estuvo san Juan Pablo II en 1984, la peregrinación de Francisco tiene por lema “Discípulos de Cristo, discípulos misioneros”, y sirve para marcar el 350 aniversario de la fundación del vicariato apostólico de Siam, en 1669.

La presencia católica en Tailandia –donde el 90% de la población profesa el budismo– se remonta al siglo XVI, cuando dos dominicos portugueses, Jerónimo da Cruz y Sebastião da Canto, llegaron como misioneros al territorio (1567). Posteriormente, arribaron franciscanos y jesuitas con el mismo objetivo.

Una de las figuras más destacadas de la historia del catolicismo en la otrora Siam es la del hoy beato Nicolás Bunkerd Kitbamrung (1895–1944), renombrado catequista que, al instruir en la lengua tailandesa a los misioneros salesianos, facilitó su prédica evangelizadora. Acusado de espionaje y colaboración con los franceses, fue encarcelado en 1941, y en 1944 falleció en prisión, aquejado por la tuberculosis y por los efectos de los malos tratos.

Los fieles católicos, poco más de medio millón, constituyen el 0,5% de la población en Japón

Las autoridades actuales son bastante más amigables que las que arrastraron a la muerte al beato Nicolás. Mons. Wissanu Thanya-anan, vicepresidente de la Conferencia de Obispos, señala que el Papa ha elogiado al país por constituir una sociedad abierta a la diversidad religiosa, y que ello debe servir de inspiración a las sociedades de todo el mundo.

Precisamente antes de iniciar el viaje, Francisco envió un mensaje a los tailandeses en el que alabó el compromiso de ese país con “la solidaridad, la paz y la coexistencia pacífica”. “Confío –añadió– en que mi visita contribuirá a señalar la importancia del diálogo interreligioso, el entendimiento mutuo y la cooperación fraterna, especialmente en el servicio a los pobres y a los necesitados, y en el servicio de la paz”.

Justo para ayudar a los más necesitados, la Iglesia tailandesa posee una potente red asistencial, que incluye 26 residencias de ancianos, 115 orfanatos, 11 centros especiales de educación social o rehabilitación y siete centros de atención a la familia, entre otras obras de impacto, como hospitales, escuelas de primaria y secundaria, universidades, etc.

Y esto, sin dejar de ser el “pequeño rebaño” del Evangelio. Los católicos, unos 389.000, constituyen apenas el 0,6% de la población. Insertos en esa comunidad de fieles, hay 1.900 catequistas, poco más de 800 sacerdotes, 123 religiosos no ordenados y 1.461 religiosas, una de las cuales, la salesiana argentina Ana Rosa Sivori, prima del Papa Francisco, le servirá de traductora durante su estancia en ese país.

En tierra de mártires

La siguiente etapa del viaje papal comienza el sábado 23 en Japón, un país que, curiosamente, ha tenido más jefes de gobierno católicos que EE.UU. y el Reino Unido juntos. En The Catholic Herald, el investigador Roy Peachey los nombra: fueron Hara Takashi (que sirvió como tal entre 1918 y 1921), Shigeru Yoshida (1946-1947; 1948-1954), y el nieto de este: Taro Aso (2008-2009).

No se corresponde esta alta representatividad con la poca presencia católica en la población total. La inmensa mayoría de los japoneses profesan el sintoísmo, el budismo o una mezcla de ambas, mientras que el cristianismo apenas sobrepasa el 2%. En esa pequeña parte del pastel poblacional, los fieles católicos –poco más de medio millón– constituyen el 0,5%.

La fe apostólica llegó al archipiélago de la mano de San Francisco Javier en 1547, y el misionero jesuita y sus compañeros bautizaron a unas 700 personas en los primeros dos años. Se calcula que, ocho décadas después, el número de fieles se había incrementado a 800.000, un sexto de la población.

La impronta católica quedó en signos tan visibles como la propia ciudad de Nagasaki, fundada por marinos portugueses en 1571, pero también en miles de historias de sangre, por las feroces persecuciones contra misioneros y fieles locales, emprendidas desde finales del siglo XVI hasta bien entrado el XIX. En el martirologio japonés se inscriben nombres muy conocidos, como el de san Pablo Miki y sus compañeros, y otros menos mentados, como el del fraile dominico español Domingo Ibáñez de Erquicia, asesinado en 1633 y canonizado por Juan Pablo II en 2000.

La feroz persecución, si bien llevó a los católicos a desaparecer del espacio público, no eliminó de raíz la fe. Según explica Peachey, cuando en 1865 llegaron misioneros franceses a las islas, se sorprendieron al comprobar que muchos creyentes locales rezaban el Credo, el Padrenuestro y el Avemaría en japonés y en latín.

El Papa ha elogiado al país indochino por su respeto a la diversidad religiosa

Si bien el número de católicos experimentó un aumento desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta finales de los años 50 del XX, desde ese momento comenzó su declive, que algunos achacan al paulatino descenso de la natalidad y a la adopción de patrones de consumo occidentales. A día de hoy, los fieles a Roma son apenas medio millón entre 127 millones de habitantes. Y más de la mitad de esos católicos son inmigrantes de otros países asiáticos.

Para atender a los creyentes, organizados en casi 860 parroquias, la Iglesia cuenta con 29 obispos y 1.407 sacerdotes, además de 173 religiosos no ordenados y casi 5.000 religiosas. Los católicos operan 274 residencias de ancianos, 236 orfanatos, 21 centros de ayuda social, 29 hospitales, así como cientos de escuelas primarias y secundarias, y 57 centros de estudios superiores.

La visita de Francisco –bajo el lema “Proteger toda la vida”– será la segunda de un Papa al archipiélago, pues san Juan Pablo II estuvo allí en febrero de 1981. Pero cuando Bergoglio ponga el pie en suelo nipón, lo hará por segunda vez, si bien será la primera en calidad de obispo de Roma: ya en 1987 estuvo en el país para visitar, como supervisor jesuita, a varios miembros de la orden que había enviado allí mientras ejercía como provincial en Argentina.

Programa del viaje

En Bangkok, la capital tailandesa, Francisco será recibido el jueves por el primer ministro, Prayuth Chan-ocha, y seguidamente por el patriarca supremo budista, Ariyavongsagatanana IX. Al mediodía se reunirá con médicos, pacientes y personas discapacitadas en el St. Louis Hospital, y después acudirá a entrevistarse con el rey Maha Vajiralongkorn. Más tarde, celebrará la eucaristía en el Estadio Nacional. El viernes, sostendrá reuniones con los seminaristas y el clero local, así como con obispos tailandeses y de varios países asiáticos, y con miembros de otras Iglesias y religiones no cristianas.

En la mañana del sábado, el Papa llegará a Japón, y se reunirá con los obispos en la Nunciatura Apostólica en Tokio. Al día siguiente, en Nagasaki, pronunciará su mensaje sobre las armas nucleares, rendirá homenaje a los mártires cristianos de la persecución religiosa y oficiará la misa en el estadio de béisbol local. Tras la celebración, viajará a Hiroshima para participar en un encuentro en el Memorial de la Paz.

En la jornada del lunes, el Papa se reunirá con las víctimas del tsunami y la catástrofe nuclear de Fukushima, en 2011; visitará al emperador Naruhito, celebrará misa en el estadio Tokio Dome y se verá con el primer ministro Shinzo Abe. El martes en la mañana, tras encontrarse con miembros de la Compañía de Jesús y visitar a sacerdotes ancianos y enfermos, partirá de regreso a Roma.

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