Los inmigrantes cristianos en países del Golfo Pérsico

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Europa se pregunta cómo va a influir en la sociedad la creciente presencia de inmigrantes musulmanes y cómo lograr su integración. Pero la globalización afecta a todos. También los ricos países musulmanes del Golfo Pérsico han atraído a muchos inmigrantes, en buena parte de países cristianos, y esta presencia les está obligando a cambiar sus prácticas en materia de libertad religiosa.

Poco antes de partir hacia Sydney, Benedicto XVI recibió en el palacio apostólico de Castelgandolfo al Rey de Bahréin, Hamad Ben Isa El Jalifa. La inminencia de la Jornada Mundial de la Juventud eclipsó un tanto la relevancia de la visita. Pero, como destaca el periodista Edward Pentin en un artículo publicado en el semanario Newsweek (28-07-2008), el encuentro es significativo de los aires de cambio en los países del Golfo.

Durante el transcurso de su visita el rey Hamad invitó a Benedicto XVI a visitar Bahréin. Mera cortesía, podría pensar alguno. Sin embargo, la circunstancia no deja de ser insólita y si el Benedicto XVI aceptase la invitación se convertiría en el primer pontífice en poner un pie en Arabia.

La muestra de hospitalidad del soberano árabe resulta paradójica. Bahréin no es precisamente el paraíso de la tolerancia religiosa. No obstante, en los últimos tiempos algo está cambiando en aquellas tierras. De hecho, el pontífice lo reconoció en Castelgandolfo, al agradecerle la acogida concedida por el país a los numerosos inmigrantes cristianos.

La explicación, según Pentin, hay que buscarla en la demografía. Bahréin, como otros países del Golfo, tienen mucho dinero procedente del petróleo pero necesita trabajadores. De ahí que hayan recibido una abundante inmigración, hasta el punto de que los trabajadores extranjeros representan ya el 35% de los 718.300 habitantes de Bahrein. La cifra de extranjeros asciende a un 50% en Kuwait y llega al 80% en los Emiratos Árabes Unidos. Casi la mitad de los 35 millones de habitantes de la Península Arábiga son en la actualidad nacidos en el extranjero y una gran proporción de ellos provienen de áreas cristianas, como el sur de Filipinas y la India.

En Bahréin los cristianos inmigrantes constituyen ya aproximadamente el 9% del total de la población. Según los datos que maneja la Iglesia católica, en Arabia Saudita hay 1,2 millones de fieles de procedencia filipina, el tercer grupo inmigrante más numeroso en el reino saudí.

Presencia de comunidades católicas

Las comunidades católicas recién creadas en estos países carecen de la estructura necesaria para acoger este flujo de nuevos fieles. Según Newsweek, “hasta ahora, estos trabajadores han tenido a practicar el culto en privado. Las parroquias de la zona son pocas y están dispersas: hay sólo 20 para prestar servicios a toda la Península Arábiga”. Por eso el Vaticano ha solicitado a los gobernantes de estos países los permisos pertinentes para incrementar el número de iglesias, petición que ha tenido desigual acogida.

Según declara al semanario el obispo Paul Hinder, representante pontificio en Arabia Saudita, los gobiernos de la región están tomando iniciativas que indican una apertura. Así, en marzo, abrió sus puertas la primera iglesia católica de Doha, la capital de Qatar (cfr. Aceprensa, 18-03-2008). En Qatar viven unos 70.000 cristianos, la mayoría -unos 50.000- católicos. Tras la apertura de este templo católico, está previsto abrir otros cuatro para los anglicanos, los coptos, los sirio-ortodoxos y los cristianos indios de distintas confesiones. El año pasado el jefe de la Iglesia copta de Egipto se reunió con funcionarios del gobierno de Abu Dabi para intentar obtener más templos.

Bahréin fue el primer país del Golfo que permitió edificar templos para los cristianos, en su mayor parte libaneses e indios. Los católicos son cerca de 15.000 y tienen una iglesia parroquial. En la capital, Manama, hay 12 iglesias legales y este año las autoridades municipales dijeron estar dispuestas a legalizar otras 18 no autorizadas, “iglesias domésticas” organizadas por grupos protestantes.

En Kuwait los fieles católicos son 350.000, dentro de una población total de 2,6 millones, y recientemente se dio permiso para construir una iglesia para unas 800 personas.

Hay menos reticencias para la labor educativa, por el prestigio de las escuelas católicas. Los emiratos invitan a los cristianos a abrir escuelas -hay ya 7- a fin de ofrecer una educación moderna a los estudiantes, en su mayoría musulmanes.

Iniciativa de Arabia Saudita

Incluso el más inflexible estado sunní, Arabia Saudita, quiere mostrar que está a favor del diálogo interreligioso. Del 16 al 18 de julio se ha celebrado en Madrid la Conferencia Mundial para el Diálogo, a instancias del rey Abdulá de Arabia Saudita, que invitó a representantes de las principales religiones, entre ellos musulmanes, cristianos y judíos. El propósito de la Conferencia, según explicó en Madrid el monarca saudí, era desmarcar a las religiones de las posturas extremistas de algunos. “Hemos de decir al mundo que la diferencia no tiene que conducir al enfrentamiento. Las tragedias vividas no han sido motivadas por las religiones, sino por los extremismos que adoptaron algunos de sus seguidores y por las ideas políticas”.

Por parte católica asistió el cardenal Jean Louis Touran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Touran calificó de “valiente” al rey Abdulá por proponer que la conferencia se centrara en “nuestros denominadores comunes”. También indicó que la libertad religiosa no se reduce a la posibilidad de tener lugares de culto, “que es lo mínimo que se puede pretender”, sino que debe incluir “la posibilidad de que los creyentes puedan participar activamente en el diálogo público a través de responsabilidades sociales, políticas y culturales”.

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