La excomunión y el derecho de la Iglesia a ser lo que es

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Un editorial del periódico de opinión «Il Foglio» (10 mayo 2007), del sector laico italiano pero abierto al cristianismo, se refiere al derecho de la Iglesia a aplicar la sanción de excomunión.

«Benedicto XVI ha confirmado con serenidad que no tienen derecho a comulgar aquellos fieles católicos que colaboran en la realización de un aborto, es decir, en la muerte del niño no nacido. Lo ha dicho en el primer día de su viaje a Brasil, citando el Derecho Canónico a propósito de la nueva legislación aprobada en México D.F. sobre la interrupción voluntaria del embarazo».

Frente a las críticas que esta sanción despierta por parte laicista, el editorial constata que hoy el laicismo «quiere imponerse como ideología a la Iglesia, desea que los usos y costumbres de la sociedad secularizada y descristianizada penetren en lo profundo del cuerpo cristiano y lo remodelen según los criterios y valores de vida que han conquistado el Estado, la legislación, el espacio público. La pena por no someterse a esta veleidad del pensamiento único dominante es la exclusión, la marginación, la condena moral».

En cambio, «los laicos verdaderos, también aquellos que están fuera de la comunión de los fieles y de su horizonte confesional, pero no han perdido el sentido profundo que tienen las palabras libertad y laicidad, deben aceptar la independencia de la Iglesia en su ámbito y respetar la excomunión, una sanción canónica que da a la comunión un significado y un límite infranqueable, un confín formal y sustancial de coherencia eucarística. El primer paso en esta dirección es señalar la pereza lingüística con la que hemos asimilado la idea secularista que hace de la excomunión una palabrota intolerante e antiliberal».

El editorial advierte que cuando la Iglesia ejercía un poder temporal y podía gravar con fuertes sanciones la libertad civil de los fieles excomulgados, esta sanción era antiliberal. En cambio, «ahora es un gesto que define la identidad y la libertad de una iglesia, es decir, un valor profundamente laico».

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