«En la Europa actual es preciso hacer explícito lo cristiano»

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Prof. Pedro Rodríguez, experto en el Sínodo europeo

Roma. La reevangelización de Europa no depende esencialmente de cuestiones organizativas, sino que es preciso redescubrir la autenticidad del ser cristiano para poder comunicarla con convicción. Esa es una de las líneas de fuerza que han guiado los trabajos del Sínodo de los obispos dedicado a Europa, que se ha celebrado en el Vaticano del 1 al 23 de octubre.

Desde su posición de «experto» en el Sínodo, el profesor Pedro Rodríguez, de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, ha sido testigo del debate que se ha concluido con la presentación al Papa de unas cuarenta propuestas. Con ese material, el Santo Padre elaborará en los próximos meses una exhortación apostólica sobre Europa, dirigida a todos los fieles, semejante a las que ya ha escrito para África, América y Asia. En esta entrevista, el Prof. Rodríguez anticipa algunas claves que ayudan entender el alcance de un Sínodo que está llamado a renovar el impulso evangelizador de la Iglesia en Europa.

– ¿Podría sintetizarnos cuáles son, en su opinión, las líneas maestras de las resoluciones que los obispos han presentado al Papa?

– Este Sínodo ha subrayado tres presupuestos esenciales para la transmisión de la fe. El primero es que en la nueva evangelización es esencial «hablar de vida eterna», que es de lo que hablaba Jesucristo; hay que decir a la gente que después de esta vida hay otra vida, y que esta vida eterna debe configurar el modo de vivir en la tierra. Algunos han dicho que la vida eterna es uno de los puntos que se han «perdido» en la predicación. Los obispos advierten que si se olvida la dimensión trascendente, se acabará viendo el cristianismo como una simple suma de «buenos consejos» para organizar la sociedad.

El segundo aspecto en el que se ha hecho hincapié es una visión de la Iglesia que responde a la idea de «Cristo presente en los cristianos», y no a la de una realidad meramente organizativa y societaria. Si pensamos en las noticias que los medios de comunicación difunden habitualmente sobre la Iglesia, comprobamos que, en la mayoría de los casos, se trata de debates sobre aspectos organizativos. En definitiva, la Iglesia vista como una organización que se trata de asemejar lo más posible a la estructura de la sociedad civil.

Y el tercer punto que han destacado los padres sinodales ha sido la necesidad de que los fieles reciban no sólo una formación doctrinal sino también una formación espiritual, para que puedan ser verdaderos cristianos en el mundo.

– ¿Y algunos de los medios apuntados para conseguir esos objetivos?

– En general, se observa la necesidad de un relanzamiento de la pastoral de los sacramentos. Existe una enorme preocupación por el hecho de que la vida sacramental de los cristianos se limita a la participación eucarística, y ésta, a su vez, se está empobreciendo: el Sínodo ha pedido que haya una recuperación del sentido de misterio en la celebración de la liturgia. Se ha hablado también mucho del sacramento de la penitencia y de la importancia de la piedad popular como medio que facilita que los fieles recuperen la práctica de los sacramentos.

Presencia cristiana

– Parece que se ha dedicado especial interés al papel de los medios de comunicación.

– Los obispos europeos tienen una conciencia vivísima de la necesidad de los medios de comunicación social para la evangelización, en su doble vertiente. Por un lado, lo importante que resulta la presencia de los cristianos en los medios de comunicación de la sociedad civil; y por otro, la idea de que la Iglesia promueva órganos de prensa, radio y televisión que tengan prestigio y eficacia apostólica.

Existe la percepción, en este y en otros campos relacionados con la presencia pública de los cristianos, de que en la Europa actual hay que hacer explícito el mensaje cristiano. Antes esto lo garantizaban la legislación, las costumbres, cierto clima social, etc., que tenían un fondo claramente cristiano. Ahora no es así; si sobre determinados temas esenciales no hablamos con claridad los cristianos, no hablará nadie.

– Algunos obispos han lamentado que existe una especie de «papelorum progressio», una inflación de documentos en torno a la vida de la Iglesia: una actividad burocrática que acaba sustituyendo lo verdaderamente esencial.

– Se es consciente de que hay un exceso de papel, y de que con frecuencia el desarrollo organizativo burocrático va unido a un empobrecimiento apostólico. En algunos lugares existe el peligro de reducir la vida cristiana a reuniones y grupos de trabajo para discutir documentos que luego se envían a la instancia superior, en un proceso que se retroalimenta… Naturalmente, tiene que haber una reflexión que se plasme en documentos, pero que sirvan para la vida.

– ¿Cómo es posible que una reunión como el Sínodo, donde hablan todos y donde se reciben cientos de aportaciones, llegue luego a conclusiones unitarias?

– Ahora que he tenido la oportunidad de verlo funcionar desde dentro, me ha llamado la atención el método de trabajo, que se ha perfeccionado con el tiempo. Durante las sesiones del Sínodo se va formando el consenso, a través de una escucha mutua de problemas, de enfoques, de perspectivas. El Sínodo, desde el punto de vista jurídico-organizativo, no tiene estructura «parlamentaria». Lo que allí se busca no es ganar, sino alcanzar un consenso: algo que sea asumido por todos. Dicho llanamente: no se busca arrasar y que los demás traguen. En la Iglesia no se quiere vencer sino ir llegando a una convicción compartida: la presencia y la acción del Espíritu Santo se expresa en la unanimidad de la asamblea. Por eso es muy aleccionador ver cómo la gente prescinde de planteamientos o de propuestas personales, después de oír a otros.

Diego Contreras

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