Nada mejor que la sede de la Unesco en París para comenzar unas jornadas de diálogo y confrontación entre diferentes culturas y creencias, con espíritu abierto y libre. La iniciativa procede de Benedicto XVI, tras su viaje a Praga en 2009. Aquella visita a un país, que se presentaba como el más ateo de Europa, fue mucho más fecunda de lo esperado. Y, entre los frutos, el relanzamiento del diálogo entre fe y razón, tan querido de Joseph Ratzinger. El
Suscripción
Contenido Oculto
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
AccederSuscripción