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Críticas al Vaticano por interceder a favor de Pinochet

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Roma. La prensa española criticó duramente a la diplomacia vaticana por haber pedido al gobierno británico que permita a Augusto Pinochet regresar a Chile. La noticia de la intervención vaticana, realizada en noviembre pasado y desvelada el 19 de febrero, ocupó la primera página en casi todos los diarios españoles y fue tema de algunos artículos y comentarios editoriales, escritos en tono no sólo de crítica, sino de indignación. Por contraste, diarios como The New York Times ni tan siquiera ofrecieron esa información, mientras que The Washington Post la dio en pocas líneas, lo mismo que Le Monde. En la propia Italia, el hecho apenas se ha comentado.

Es una práctica relativamente frecuente que la diplomacia vaticana, movida por su particular índole mediadora, interceda ante terceros a petición de un país o grupo determinados. Ahora se habla, por ejemplo, de una posible intervención a favor del líder kurdo Ocalan, preso en Turquía. Por su propia naturaleza, ese tipo de gestiones no suelen trascender a la opinión pública.

El gobierno de Chile, integrado por una coalición de democristianos y socialistas, pidió hace unos meses al Vaticano que diera ese paso diplomático ante Gran Bretaña, pues considera que el regreso de Pinochet a su país es un modo de defender su propia soberanía nacional, también en el ámbito judicial. Para Chile, además, acudir a la diplomacia vaticana no es algo nuevo: gracias a esa mediación se logró una solución pacífica en el conflicto con Argentina sobre el canal de Beagle.

Cabe señalar que quienes gestionaron en esta ocasión la intervención del Vaticano no eran seguidores del general, sino el ministro de Asuntos Exteriores chileno y su secretario de Estado, quienes sufrieron la persecución política del régimen de Pinochet.

Por lo que se sabe de la carta vaticana, firmada al parecer por el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, la petición se limita a que se deje marchar a Chile a Pinochet, pues eso ayudaría también a consolidar el proceso de reconciliación nacional. No se hacen comentarios sobre la bondad de su régimen, ni sobre su inmunidad.

Algunos diarios españoles subrayaron que el cardenal Sodano fue nuncio en Chile durante la dictadura y que mantiene relaciones «fraternales» con Pinochet. Y que fue quien organizó el viaje del Papa a Chile, en abril de 1987, durante el cual Juan Pablo II se asomó a la ventana del Palacio de la Moneda junto al ex dictador. Se ha olvidado señalar, sin embargo, que ese mismo día, también por iniciativa del nuncio, el Papa mantuvo un encuentro con representantes de la oposición política al régimen, y que algunos de ellos habían encontrado refugio en la sede de la nunciatura. Tampoco se ha hecho referencia a que quizá esa labor de mediación influyera en que Pinochet dejara paso a un régimen democrático: un proceso único en su género, pues ningún otro dictador contemporáneo ha abandonado el poder voluntariamente. En el mar de conjeturas, algunos han llegado incluso a aventurar que el propio Juan Pablo II fue manipulado por sus colaboradores para que diera luz verde a la iniciativa. Una sospecha que no pasó por cabeza de nadie cuando el Papa decidió ir a Cuba hace un año, a pesar de las voces que sostenían que su viaje podía suponer un apoyo para Fidel Castro.

En Cuba, el Papa también se retrató junto a Castro. Lo que no pudo hacer fue entrevistarse con los líderes de la oposición. Diego Contreras.

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