“El problema de esta guerra son las incertidumbres sobre las ambiciones de Putin”

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Civiles ucranianos se resguardan bajo un puente semidestruido en Kiev, 5-03-2022
Civiles ucranianos se resguardan bajo un puente semidestruido en Kiev, 5-03-2022

Civiles ucranianos se resguardan bajo un puente semidestruido en Kiev, 5-03-2022 (CC Ministerio del Interior de Ucrania)

 

Bruselas.— Jonathan Bannenberg está acostumbrado a hablar de guerra y de paz. Como investigador en el GRIP (Groupe de recherche et d’information sur la paix et la sécurité), con sede en Bruselas, ha estudiado los entresijos del conflicto entre Rusia y Ucrania, y ofrece su visión en conversación con Aceprensa.

— Y estalló la guerra. ¿Qué se ha hecho mal para que la diplomacia haya fallado y el gobierno ruso haya decidido invadir Ucrania, con todas las repercusiones que estamos viendo?

— La diplomacia nunca logró producir resultados concretos porque las posiciones de Vladímir Putin fueron poco claras desde el principio. Aunque los ucranianos, los estadounidenses y los europeos estaban dispuestos a discutir, las incertidumbres sobre las ambiciones del presidente ruso no permitían una negociación seria. Ya en diciembre pasado, Putin estaba preparando su intervención militar. Incluso hoy es difícil determinar su posición entre una opción maximalista que pretende una invasión total de Ucrania y objetivos más restringidos a ciertas regiones del país.

— ¿Qué salidas se perfilan para el fin de los combates y para las negociaciones de paz?

— El primer paso es intentar congelar las posiciones para reabrir las negociaciones. La perspectiva de un acuerdo de paz se enfrenta a la dificultad de saber qué puede ser aceptable para Ucrania, Rusia y, posteriormente, para los demás actores implicados en el conflicto. En el lado ucraniano, el presidente Volodímir Zelenski parece dispuesto a discutir, incluso del Dombás y de Crimea. En el lado ruso, en cambio, persisten las incertidumbres sobre las ambiciones de Vladímir Putin.

Jonathan Bannenberg
Jonathan Bannenberg (© GRIP)

El papel de la OTAN

— ¿Cómo calificaría usted la reacción de la UE y de la OTAN?

— Aunque en noviembre de 2019 el presidente francés Emmanuel Macron afirmó que la OTAN estaba en “muerte cerebral”, no cabe duda de que el conflicto en Ucrania ha reforzado los lazos dentro de la Alianza. Por su parte, la UE se apresuró a organizarse para entregar armas a Ucrania, lo que constituye una primicia. La firmeza mostrada por la OTAN y la UE, que también forma parte de un proceso de legitimación de las dos instituciones, debe sin embargo dejar espacio para la apertura de conversaciones. Ahora bien, seguir hablando de la adhesión de Ucrania, ya sea a la UE o a la OTAN, no parece ser una postura que pueda hacer que Putin vuelva a la mesa de negociaciones.

— Hay una vertiente que no se entiende muy bien. La OTAN asegura que no puede intervenir en un país que está fuera de su organización. Es lo que está estipulado en el famoso artículo 5. ¿Por qué entonces se produjeron los bombardeos en Serbia en 1999? En esa ocasión ni siquiera hubo una resolución previa de la ONU para aprobar los bombardeos. ¿No usa la OTAN una doble vara de medir?

— Hay que tener en cuenta que los contextos son fundamentalmente diferentes. Una intervención de la OTAN en Ucrania contra los soldados rusos conduciría a una peligrosa escalada del conflicto entre potencias nucleares. De hecho, esta es la razón por la que los países de la Alianza no han accedido a las exigencias de Zelenski, de establecer una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, ya que sería necesario derribar aviones y sistemas de defensa rusos: actos de guerra que equivaldrían a un enfrentamiento entre la OTAN y Rusia. Una ecuación que se plantearía necesariamente en términos nucleares.

“En 1994, Rusia se comprometió a respetar la independencia de Ucrania a cambio de que la transferencia de más de 4.000 cabezas nucleares soviéticas”

— ¿Hay alguna manera de abordar las razones por las que Rusia se ha visto “obligada” a invadir a Ucrania? Moscú asegura que Occidente se ha saltado todas las promesas anteriores (desmilitarización de Ucrania, promesa de no entrar en la OTAN, etc.) establecidas en los acuerdos de Minsk.

— El hecho de que haya habido errores (que se debaten) o malentendidos diplomáticos por ambas partes no permite eludir o relativizar los respectivos estatus de Rusia como agresor y de Ucrania como país agredido. Tampoco debemos olvidar que Ucrania es un país soberano que tiene derecho a elegir sus alianzas. También hay que recordar que, en 1994, en virtud del Memorándum de Budapest, Rusia se comprometió a respetar la independencia de Ucrania a cambio de la transferencia de más de 4.000 cabezas nucleares soviéticas a la Federación Rusa. Por último, cabe recordar que el conflicto actual se remonta al menos a 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea y apoyó a las milicias separatistas en el Dombás. Desde entonces, Moscú ha afirmado sistemáticamente que Rusia no era parte del conflicto y que, por tanto, no estaba obligada a cumplir con los términos del acuerdo de Minsk II, negociado en 2015 para ayudar a poner fin a los combates a gran escala.

Ambigüedad china

— ¿En qué medida cambia el tablero estratégico y la relación de fuerzas el aislamiento de Rusia, tal y como estamos viendo con las sanciones? ¿Qué papel puede desempeñar ahora China?

— El relativo aislamiento de Rusia puede obligarla a tratar con menos socios. Desde un punto de vista comercial, esto podría favorecer a China, que podría imponer sus condiciones a Rusia. Sin embargo, la posición de China sigue siendo ambigua. Aunque comparte el deseo de Rusia de revisar el orden mundial de forma más acorde con sus intereses, la guerra en Ucrania está desestabilizando el funcionamiento del mercado mundial en un momento en el que la pandemia de covid-19 sigue teniendo impacto. El efecto a largo plazo de las sanciones también tendrá que ser analizado porque, aunque tienen un efecto inmediato, están sobre todo diseñadas para actuar a lo largo del tiempo.

— ¿Hasta qué punto tiene un papel importante en este conflicto el suministro de gas y las relaciones económicas entre Europa y el resto?

— El conflicto en Ucrania tendrá repercusiones en ambas partes, pero a Rusia le resultará difícil hacer frente a las sanciones económicas a largo plazo. Aunque varía de un país a otro, es posible que Rusia haya sobrestimado la dependencia europea del gas ruso, y los europeos tienen la oportunidad de mostrar su solidaridad en el seno de la UE y de la OTAN, donde quizá los Estados Unidos tengan que compartir su reserva estratégica. Además, este conflicto podría tener un efecto sobre la transición energética y la búsqueda de nuevos socios (como Argelia, Qatar o Venezuela). Por otro lado, la pérdida de puntos de venta puede poner a Rusia en desventaja, especialmente frente a China, para vender su gas al mejor precio.

La posición de Estados Unidos

—¿Cuál es el papel de Estados Unidos en este conflicto? Algunos acusan a la Administración Biden de haber tensado la cuerda hasta el punto de llegar a la situación actual.

— No estoy de acuerdo con esto. Ya en diciembre de 2021, los servicios de inteligencia estadounidenses determinaron que Rusia estaba planeando una invasión de Ucrania. A pesar de esta alarmante información, Joe Biden no ha escatimado esfuerzos para mantener el diálogo con su homólogo ruso. A modo de recordatorio, el 21 de febrero, el Palacio del Elíseo anunció la organización de una cumbre Biden-Putin sobre Ucrania: una reunión que finalmente fue rechazada por el presidente ruso, que lanzó la invasión de Ucrania tres días después (fue a partir de ese momento cuando Estados Unidos decidió tomar partido exclusivamente por la defensa ucraniana). Sin embargo, es cierto que los estadounidenses y, sobre todo, los europeos pueden no haber presionado lo suficiente a Kiev para que respete sus compromisos en los acuerdos de Minsk.

“La acogida de los refugiados ucranianos provoca cuestionamientos sobre nuestro comportamiento con los de Irak, Libia y Siria”

— Sin embargo, hay analistas que ven el gasoducto Nord Stream 2 como una fuente de preocupación para Estados Unidos, e incluso se atreven a señalarlo como causa indirecta del conflicto.

— El argumento me parece cuestionable. En 2021, dado el avanzado estado del proyecto, que estaba casi terminado, y para evitar una disputa duradera con Berlín, Biden decidió no sancionar a sus principales operadores. Además, los estadounidenses estaban dispuestos a negociar para evitar la guerra que hoy vivimos en Ucrania. Debemos tener cuidado de no olvidar que este conflicto es principalmente el resultado de un ataque ruso a Ucrania.

— ¿Cómo ve el futuro próximo? En lo económico, por ejemplo, tras dos años de pandemia, ¿qué repercusiones puede tener esta guerra? Y ¿qué pasará en Europa occidental con el enrome flujo de refugiados?

— La combinación de millones de ucranianos que han abandonado su país o están desplazados internamente y un ejército que resiste pero que sufre, hace que la posición del gobierno ucraniano sea difícil de mantener. En el lado ruso, la frustración ante una resistencia ucraniana más dura de lo esperado puede llevar a un aumento de la violencia para legitimar la invasión y maximizar los beneficios políticos. Esto puede provocar una situación alimentaria tensa en varios países, especialmente en el norte de África, que depende de las semillas ucranianas y rusas para su abastecimiento. Aunque todavía es difícil evaluar los efectos duraderos –o no– en la recuperación de la crisis sanitaria, la inflación que se está produciendo actualmente podría aumentar.

Por último, cabe señalar que la acogida de los refugiados ucranianos es un punto positivo. Sin embargo, provoca cuestionamientos sobre nuestra acogida a los refugiados de Irak, Libia y Siria, que huían de conflictos en los que los europeos tuvieron un papel directo. Tal vez Vladímir Putin imaginó que ese escenario se repetiría y dividiría a los europeos, pero no ha sido así.

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