En una declaración conjunta firmada el 26 de agosto, los líderes de las Iglesias cristianas de Jerusalén advierten que el muro que está construyendo Israel en Cisjordania representa un obstáculo para el proceso de paz y una privación de tierra para muchos palestinos.
«El muro aumentará el aislamiento entre ambas naciones» (palestinos e israelíes), se lee en la declaración. «Para muchos palestinos significará una pérdida de tierra (aproximadamente un 10% más respecto a la ocupada en 1967), de posibilidades de sustento, de soberanía y de vínculos familiares».
El patriarca latino de Jerusalén Michel Sabbah y los líderes de las otras Iglesias cristianas manifiestan su preocupación por la amenaza de que Belén quede «cercada» por el muro. «Para nosotros, los cristianos, las consecuencias serán devastadoras, además del efecto psicológico en la vida diaria». La comunidad «quedará aislada cuando se vea privada del acceso a la tierra y de la libertad de movimientos» y se desalentarán las visitas de los peregrinos.
Ya se han construido 120 kilómetros de la barrera de cemento y alambradas cuya longitud prevista es de 350 kilómetros, si bien puede alargarse si se adentra más en Cisjordania para englobar enclaves de colonos israelíes. El motivo invocado por Israel para la construcción del muro es evitar la penetración de terroristas en su territorio. Para los palestinos se trata de un paso más en la ocupación de sus territorios, pues el muro les arrebata más tierras (cfr. servicio 83/03).
El trazado del muro deja del lado israelí unos quince pueblos palestinos. Cuando se acabe la primera fase de la construcción, unos 200.000 palestinos se encontrarán aislados entre el muro y la Línea Verde, la frontera de 1949.