Israel aumenta la ocupación de Cisjordania con el «muro del apartheid»

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La «hoja de ruta» hacia la solución del conflicto palestino-israelí prevé la creación del Estado palestino en 2005 dentro de unas fronteras que habrán de determinarse por negociación. Pero las fronteras ya se están moviendo. Un muro que construye Israel se adentra en Cisjordania, dejando del lado israelí (oeste) asentamientos judíos y pueblos palestinos. Un informe elaborado por un comité internacional advierte de las graves consecuencias sociales que tendrá el muro para la población árabe.

El informe fue encargado por el Comité Local de Coordinación de la Ayuda a Palestina, formado por la Unión Europea, Noruega, Estados Unidos, la UNESCO y el Banco Mundial, y fue hecho público el mes pasado. En suma, dice que el muro separa a 12.000 palestinos del resto de Cisjordania, y les cortará el acceso a sus tierras de cultivo, su trabajo y los servicios sociales imprescindibles. A la vez, diez asentamientos judíos en territorio palestino quedarán de hecho incorporados al territorio israelí.

El muro es una serie de tapias, barreras, trincheras y alambradas que Israel comenzó a levantar el verano pasado con la finalidad declarada de impedir la incursión de terroristas palestinos. A principios de abril estaban en construcción 147 km de muro, que constituyen solo la primera fase, según el gobierno israelí. Los palestinos solo podrán atravesarlo, a pie o a lomos de animales, por 26 puestos de control.

El muro no sigue el trazado de la Línea Verde, la frontera establecida en el armisticio de 1949 y que Israel traspasó en la Guerra de los Seis Días (1967) para ocupar el territorio situado al este, hasta entonces anexionado de hecho por Jordania. Al contrario, en varios puntos se adentra hasta seis kilómetros en Cisjordania, y -como recuerda el informe- los acuerdos interinos de 1995 prohíben variar el estatuto de Cisjordania y Gaza.

Para levantar la barrera, Israel ha expropiado tierras palestinas de manera expeditiva. Un comité militar decide las confiscaciones, y los propietarios tienen solo una semana para recurrir ante el ejército y, en última instancia, ante el Tribunal Supremo israelí. El informe señala que hasta el momento, los jueces han rechazado todos los recursos.

Un muro «provisional» de mil kilómetros

Israel declara que el muro no viola los acuerdos interinos porque es una medida provisional contra el terrorismo. «Sin embargo -dice el informe-, la extensión y naturaleza de la construcción, su coste [1.250 millones de euros] y, en particular, su emplazamiento dentro de Cisjordania, hacen pensar a los palestinos que el proyecto tiene implicaciones más permanentes». Según dice Rizeq Abu Nasser, de la organización palestina Comité de Defensa de la Tierra, «el objetivo evidente del muro es quitar tierra a los palestinos y provocar un desplazamiento de población hacia el este» (Le Monde, 17-V-2003). En efecto, el trazado parece concebido para dejar del lado oeste el mayor número posible de asentamientos israelíes. Es más, en una entrevista publicada el 13 de mayo en el diario Jerusalem Post, el primer ministro israelí Ariel Sharon ha declarado que el muro se internará unos 20 km en territorio palestino para incorporar el asentamiento de Ariel, el más poblado de Cisjordania. Y en otra entrevista reciente, al periódico Yedioth Ahronoth, Sharon ha dicho que el muro llegará a tener unos mil kilómetros en total (la Línea Verde mide 360 km).

El Comité internacional ha subrayado los perjuicios que sufrirán los palestinos de las proximidades. «El muro aislará, fragmentará y en algunos casos empobrecerá la zona. Cruzará carreteras, sistemas de riego, y formará una barrera entre los palestinos y sus tierras de cultivo». Así se puede observar en Mas’ha (7.000 habitantes antes de la actual intifada), una de las quince localidades palestinas afectadas hasta ahora. Allí, según cuenta el enviado especial de Le Monde en la edición arriba citada, el 95% de las tierras de cultivo quedarán al oeste del muro, separadas del pueblo. Las autoridades israelíes han prometido que facilitarán el acceso a los campesinos, pero la mayoría se muestran escépticos, sobre todo quienes ya han perdido sus tierras. Los israelíes han arrancado 800 olivos para despejar la zona donde se construye el muro. Varios agricultores han intentado replantarlos más al este, pero no han podido, por falta de suelo disponible. «Nuestra vida se hará aun más miserable -dice a Le Monde un agricultor de Mas’ha, padre de nueve hijos, que ha perdido casi todas sus tierras y olivos-. Cuando se nos hayan acabado las reservas de harina y aceite de oliva, no me quedará más que ir a pedir limosna a la puerta de la mezquita».

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