Polonia no es antigermana

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Varsovia. Durante la cumbre de Bruselas sobre el nuevo tratado de la UE la reacción de gran parte de los medios de comunicación europeos a la actitud de los mandatarios polacos ha sido por lo general bastante agria. Pero una vez conseguido el acuerdo comenzaron a oírse voces de políticos y periodistas que justificaban o incluso felicitaban al presidente Kaczynski por su eficacia. Esta crítica se notó principalmente en Alemania, cuya prensa calificó casi de irracional la postura polaca. Sólo Alan Posener del Die Welt argumentaba que las matemáticas daban la razón a Polonia. Para mantener el actual sistema de voto, que le beneficia, Polonia logró que la regla de la “doble mayoría”, que estipula que una decisión debe ser tomada por el 55% de los Estados miembros que representen el 65% de la población, sea aplazada hasta 2014.

Lo que está claro es que no se trataba aquí de animosidad, antieuropeísmo, antigermanismo o de capricho de los poderosos gemelos polacos. De hecho, una de las cosas que más impresión debió de causar fue el respaldo unánime del Parlamento polaco al presidente, algo que rara vez ocurre: sólo los postcomunistas se mostraban reacios a “morir por una raíz cuadrada”. Pero incluso su líder, Wojciech Olejniczak, felicitó a Kaczynski por el resultado de las negociaciones.

Se trata de un conflicto de intereses y hablar de germanofobia por parte de los gemelos Kaczynski o de los polacos en general no tiene fundamento real. Hasta hace seis o siete años lo máximo que podía percibirse, y eso en medios alarmistas, era el temor a que una vez dentro de la Unión Europea muchos alemanes se decidieran a comprar terrenos o inmuebles en Polonia y que eso pudiera entrañar algún tipo de riesgo para la soberanía nacional. De eso no queda ya rastro alguno. Más aún cuando han sido curiosamente empresas españolas las que el pasado año compraron nada más y nada menos que el 60% de los terrenos vendidos en todo el territorio polaco.

Las voces que aseguran que los nacionalistas polacos tratan a Alemania como a su enemigo público número dos (después de Rusia) están fuera de lugar. Ni siquiera la portada de mal gusto que el semanario Wprost dedicó a Angela Merkel (un montaje fotográfico que la presentaba dando el pecho a los Kaczysnki con el título “La madrastra de Europa”) ha levantado la polémica en el país: sencillamente, políticos y medios de comunicación han calificado la publicación como grosera.

La canciller alemana tiene buena prensa en Polonia a pesar de su firmeza durante la cumbre: se apreció mucho su apoyo y el de Barroso frente al embargo de la exportación polaca de carne por parte de Rusia. Y ha hecho notar que comprende también el peligro que el gasoducto que conectará directamente a Rusia con Alemania pasando por el fondo del mar Báltico puede suponer para la seguridad energética de Polonia, aunque no ha podido hacer gran cosa para evitar el comienzo de la construcción: Gerhard Schröder dejó firmado el acuerdo con Rusia en las últimas semanas de su mandato, y ahora representa los intereses de Gazprom en el consejo de administración de la empresa constructora del canal.

Hay quien asegura que, efectivamente, Polonia ha conseguido un importante éxito en Bruselas, pero que los métodos empleados pueden aislarla de los demás países. ¿Perderá Polonia amigos? Ya se ha visto que con los eurodiputados alemanes será complicado ponerse de acuerdo, a pesar de que Merkel afirma que desea que Alemania mantenga con Polonia unas relaciones tan fluidas como con Francia. Pero si es verdad que las formas de Polonia distaron de ser elegantes en las negociaciones, también lo es que no jugó sola en Bruselas: la República Checa demostró ser un aliado leal en la lucha por el método de votación y fue Lituania la que se ocupó de la cuestión energética.

Afirma Piotr Semka en Rzeczpospolita: “Polonia es demasiado grande para poder equipararla a un país de Europa Central sin aspiraciones a una política ambiciosa, pero demasiado débil para agrupar en torno a sí a sus vecino más pequeños”. Aun así, estos países han visto que Polonia es capaz de negociar con eficacia.

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