Toni Acosta

Con la referencia explícita a “La gran familia”, Santiago Segura vuelve a demostrar su propósito de hacer un cine familiar apartado de todo cinismo.
Después del éxito de la primera entrega, Santiago Segura vuelve a abordar –esta vez con más frescura– los retos de la paternidad.
Javier es lo que hemos bautizado como un “marido-cuñao”. Ese que sin ocuparse en absoluto de lo que supone el cuidado de la casa y de los niños, sabe perfectamente qué es lo que hay que hacer, y que continuamente regala a su mujer frases del tipo: “Es que no te organizas”, o “no te pongas nerviosa”, ya que considera que su desbordada mujer se ahoga en un vaso de agua. Javier tendrá que enfrentarse a la realidad que supone bregar con cinco hijos (de entre cuatro y doce años) cuando su mujer decide irse de viaje y dejarle solo con ellos. La caótica situación que se provoca en casa evolucionará de forma progresivamente cómica hasta el desastre más absoluto, pero a la vez les dará la oportunidad a padre e hijos de conocerse y disfrutarse por primera vez. Una experiencia que cambiará sus vidas para siempre.
Una comedia familiar amable y animante, con su dosis de crítica social, protagonizada por un padre inasequible al desaliento, que hace todo lo que puede para sacar adelante a los suyos.

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