Las virtudes de esta durísima película sobre una adolescente que sufre crueles vejaciones en un hogar degradado del Bronx neoyorquino se ven muy mermadas por un artificioso ejercicio de corrección política que agita la bandera de la ideología de género.
Supera a la primera entrega en animación y en guión, y aunque resulta un tanto convencional, es un divertido pasatiempo que gustará a un público muy amplio.