Mark Ryan

Predecible y aburrida resulta la tercera parte de las aventuras de los robots que se convierten en coches o camiones.
La segunda entrega supera a la anterior al principio, pero acaba hundiéndose en un exceso de aparatosidad.
Robert Angier es un ilusionista respetado que se obsesiona con uno de los trucos de su rival Alfred Borden. Para conseguir el truco hará todo lo posible, sin saber hasta qué punto cambiará su vida...

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