Larry Pine

El hotel descrito en la novela de Stefan Zweig es el escenario de un imaginativo juego, protagonizado por el dueño y un joven botones, y filmado con estética “naïf”.
Dos preadolescentes se enamoran y se fugan. La excentricidad de Anderson recubre un cuento cínico y bastante simplón.
La magistral obra de Antón Chéjov renace hoy en esta película como si fuera un estreno.
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