El “fact checking” no es la panacea para desactivar la demagogia de Trump: el nervio central de su relato seguirá intacto mientras los medios no se tomen en serio las percepciones de sus votantes.
El desinterés por fundamentar los derechos humanos los deja expuestos a batallas políticas, como se ve en el intento de los conservadores británicos por vincularlos al concepto de soberanía.
El líder republicano, la tercera autoridad política de EE.UU., es un buen ejemplo del nuevo conservadurismo que reclaman algunos intelectuales de la derecha.
El auge del populismo aparece ligado a la quiebra de la confianza en los partidos tradicionales y en las élites culturales. Analizamos este fenómeno en varios artículos.
El choque de visiones entre Iglesias y Errejón sugiere que no es fácil aspirar a monopolizar la voluntad popular y, a la vez, casarla con los objetivos del partido.
En un momento de inflación populista, la tentación es despachar etiquetas sin dar razones. Iniciamos una serie de artículos sobre la quiebra de la confianza en las élites.
Si las élites republicanas no han prestado atención a las inquietudes de un sector de sus votantes, las demócratas les han exasperado con su corrección política.
Ante las fuertes divisiones entre republicanos y demócratas en EE.UU., varios autores plantean soluciones para pasar de la política de la confrontación a la del respeto.
Los ingresos de un hogar típico crecieron en 2015 como no lo habían hecho en décadas. Más de tres millones de personas dejan atrás el umbral oficial de pobreza.
Quienes niegan la posibilidad de alcanzar verdades objetivas no tienen por qué ser más tolerantes que el resto: también ellos pueden aferrarse con terquedad a sus opiniones.