¿Cómo responder a la sensación de injusticia de quienes han sufrido recortes y pagado más impuestos durante la crisis, mientras ven que la corrupción persiste? ¿Y al hartazgo de quienes son tachados de racistas por exigir una regulación más estricta de la inmigración? ¿Y a la frustración de los parados de larga duración, que oyen hablar del flamante crecimiento del PIB? La revuelta contra las élites pone en primer plano el debate sobre las emociones en la política. (Actualizado el
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