Los segundos y sucesivos matrimonios tienden a ser más inestables que los primeros, y han de afrontar problemas añadidos a los habituales de la convivencia familiar.
La acogida de la Iglesia a los divorciados vueltos a casar debe hacerse en la verdad, y por eso no incluye admitirlos a la comunión. Un artículo del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, explica las razones.
Una coalición de más de 60 congresistas republicanos y demócratas presenta un proyecto de ley para impedir que se discrimine a quienes piensan que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer.
Fuente: Center for Applied Research in the Apostolate
El porcentaje de los casados alguna vez que se han divorciado es más bajo entre los católicos que entre los de otras confesiones religiosas y los que no se identifican con ninguna.
Francia no inscribe a los hijos nacidos de “vientres de alquiler” y renuncia a renegociar las convenciones bilaterales con países que no reconocen las uniones homosexuales.
Los estadounidenses Nathan Hitchen y Brian Brown proponen una nueva estrategia para comunicar mejor por qué el matrimonio solo puede ser la unión entre hombre y mujer.
La pérdida del sentido religioso en países de antigua tradición cristiana suele presentarse como un proceso intelectual en el que la vida familiar tiene poco que decir. Mary Eberstadt mantiene que el cambio familiar y el cambio religioso van de la mano.