Las vacaciones, en familia y no muy lejos de casa

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La pandemia del covid-19, que ya ha provocado el cambio de algunos hábitos en la vida cotidiana, va a perfilar también el modo en que muchos disfrutarán de sus vacaciones. Muchos lo tienen claro: este verano, nada de excursiones grupales. Los planes serán en modo petit comité, a saber, “familia estrecha”.

Una reciente encuesta de Developing Natural Activities (DNA) en España revela la tendencia. A los consultados se les preguntó, puestos en el caso de que se hubiera levantado el estado de alarma, no hubiera restricciones de viaje dentro y fuera del país, y con el virus en estado de latencia, con quién harían un viaje de vacaciones. El 68,7% aseguró que veraneará solo, con su pareja o con su familia directa, y el 31%, con amigos y otros familiares. Nadie se decantó por la variante “en grupo (viajes y tours organizados)”.

También el sondeo se interesó por los destinos de viaje y los criterios que marcarían preferentemente esa elección. Lo que más peso ha tenido es que el sitio escogido esté poco concurrido, muy por delante de la distancia respecto al lugar de origen, o del precio.

“Los destinos masificados o en los que se pongan en duda las condiciones de salubridad pasarán a estar en la cola de preferencia de los turistas –dice el informe–. El precio sigue siendo un aspecto importante a la hora de decantarse por un destino, pero desde luego, no es el factor primordial en este momento. La seguridad y salubridad han pasado a tomar el protagonismo en este sentido”.

El 68,7% de los consultados asegura que veraneará solo, con su pareja o con su familia directa

Hoteles adaptados a las familias

Puesto el foco de los consumidores en la seguridad y en los círculos de relación más acotados, la familia será el “núcleo vacacional” por excelencia, y quien pretenda atraerla debe cumplir un grupo de condiciones.

“Hay destinos, en concreto los de turismo familiar, que han debido mejorar algunas variables para poder dar servicios adecuados a las familias –explica a Aceprensa Francisco Javier Castillo, director de DNA, que asiste a la Federación de Familias Numerosas en la promoción del Sello de Turismo Familiar.

Para recibir dicho distintivo, la instalación hotelera, la casa rural o el camping de que se trate, debe ofrecer habitaciones pensadas para más de dos personas, con cunas y tronas, además de contar con menús específicos para niños y, en cuanto a esparcimiento, planificar actividades culturales y de contacto con la naturaleza.

“El portal brinda información sobre los servicios que ofrecen los hoteles, que van desde disponer de calientabiberones, camas supletorias y habitaciones contiguas o comunicadas, a medidas de seguridad como la posibilidad de ver unos canales de TV y otros no. Son adaptaciones para la estancia de la familia, y hay ofertas específicas para ellas en Toledo, en Segovia, en Peñíscola, etc., con visitas guiadas, pases a monumentos, asistencia a teatralizaciones en las calles, a festivales para familias…”.

Subyace la duda, sin embargo, de cómo pueden insertarse en este esquema las familias a las que la crisis del coronavirus ha golpeado económicamente, al dejar sin empleo a uno o a todos sus miembros.

Castillo reconoce la dificultad de la coyuntura actual y señala que el sector turístico español tiene variantes para todo tipo de perfiles. “Los miembros de alojamiento rural que están dentro de nuestro producto turístico cuentan con ofertas a muy bajo precio en entornos cercanos a las ciudades, con lo cual se resta el costo del traslado. Hablamos de ofertas a menos de cien kilómetros del sitio de residencia, y con precios muy competitivos para que una familia pueda pasarse dos o tres días. ¿Bonos para quienes atraviesan por situaciones de este tipo? No. Por parte del Estado no hay nada específico en cuanto a apoyo para viajes”.

Los campamentos, buenos para los niños (y para los padres)

Una opción con buena aceptación, particularmente entre los más jóvenes, suelen ser los campamentos de verano, que acogen a cuatro millones de niños cada año. El colectivo que los integra, compuesto por empresas y autónomos, ha querido prepararse para la temporada con un protocolo adecuado a las nuevas circunstancias.

El documento incluye normas variadas, enfocadas en la seguridad anti-Covid 19, como el uso de guantes, mascarillas, dispensadores automáticos de jabón de manos, etc., en sus instalaciones, en las que la higienización será constante y se modificarán horarios y espacios para evitar la masificación. Además, se hará una toma diaria de temperatura a cada participante, y se pedirá a cada familia garantías de que la salud del menor “durante los 14 días previos a la entrada al campamento ha sido la adecuada y no ha sufrido ni tos, ni fiebre, ni cansancio o falta de aire”.

El pasado 30 de mayo, el Ministerio de Sanidad publicó unas Disposiciones Generales sobre la desescalada del estado de alarma –que termina el 21 de junio–, en la que explicaba, sin citar expresamente los campamentos de verano, que las actividades al aire libre se podrán realizar con un aforo del 50%, con un máximo de 200 participantes en grupos de 10, y siempre que se guarde la distancia social y se empleen mascarillas.

El problema, sin embargo, sigue siendo la incertidumbre. El protocolo propuesto por los campamentos para operar se envió a Sanidad a mediados de mayo, y no ha habido respuesta aún. Por esta y por otras razones, como el temor a ser epicentros de nuevos brotes, o la reticencia de los padres a separarse de sus hijos en este momento de crisis, hay instalaciones y programas que han decidido no abrir. Los que sí están valorando hacerlo deberán sopesar si les compensa operar con un aforo reducido.

Al término del estado de alarma, las actividades al aire libre se podrán realizar con un aforo del 50%, y siempre que se guarde la distancia social y se empleen mascarillas.

La solución pudiera estar, también aquí, en las familias. En el New York Times, Seth Herschthal, director de un campamento para chicos judíos en Carolina del Norte, propone, como estrategia para salvar de la catástrofe financiera a esos programas, la participación de la familia al completo.

“Convirtamos nuestros campamentos en convivencias familiares –dice–. Los campamentos de verano pueden contribuir a sanar y fortalecer los lazos sociales, y aportar un importante servicio durante estos tiempos estresantes. (…). Al abrir las cabañas a familias enteras,  los campamentos pueden brindar las mismas conexiones sociales renovadoras y momentos memorables a los padres y a las familias, tal como hacen con los niños”.

Puede funcionar en EE.UU. Puede funcionar aquí.

 

El turismo, de fronteras para adentro

Para los españoles, salir del país no será la tónica este año. Dado que tales viajes representaron en 2019 el 33% del gasto por ese concepto (16.000 millones de euros, frente a 32.000 millones gastados en España), el sector está apostando fuerte por el turismo nacional. Los casi 84 millones de visitantes extranjeros de 2019 pueden quedar este año en apenas 36 millones, por lo que se quiere que los del patio ayuden a llenar ese vacío.

De momento, el 77% de los encuestados por Developing Natural Activities precisó que elegiría un destino español (Andalucía, Baleares, Comunidad Valenciana, Cataluña, Asturias, etc., en ese orden), el 20% afirmó que viajaría al exterior, y un 2,3%, que se quedaría en casa

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