“Hasta aquí hemos llegado”: la batalla de los padres contra el móvil de sus hijos

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La batalla de los padres contra el móvil

En tiempos de democracias bajo sospecha, frágiles, malheridas o cuestionadas, la fortaleza de la sociedad civil siempre es una buena noticia. Lo que nació hace mes y medio en un corrillo de padres en un parque infantil de Poblenou, un barrio de Barcelona, puede terminar con un Pacto de Estado para proteger a los menores de las pantallas.

Fiscales de menores, distintas ONG y expertos proponen la necesidad de un gran acuerdo social sobre este tema. El debate ha saltado del columpio a la política y a los editoriales de los periódicos. Y, aunque algunos critican la polarización de las posturas, todos coinciden que se trata de un debate necesario y una manifestación del poder que tiene hoy la sociedad civil.

El poder de los padres

Como en otros temas relacionados con los menores –y ahí están las madres de Amanda– para demostrarlo, más que las leyes, es la sociedad civil la que ha puesto pies en pared y ha dicho “hasta aquí hemos llegado”. El alcance que pueden llegar a tener estos golpes en la mesa todavía está por ver, pero, desde luego, es un primer paso. Y una prueba de que, ante el descrédito de las instituciones, y aunque se hable de la crisis de la familia, no hay nada que no puedan conseguir unos padres preocupados por sus hijos.

“Todo empezó con la típica conversación de parque, en la que varios padres hablaron de la costumbre actual –casi una obligación– de dar a los hijos un móvil cuando empiezan la ESO, con 12 años. Algunos no estaban de acuerdo, pero, por otra parte, temían que sus hijos se quedaran solos y aislados en clase y lo terminan dando por pura presión social”, señala Tamara Fernández, portavoz de la iniciativa Adolescencia Libre de Móvil. Los padres salieron del parque con un grupo de WhatsApp para compartir noticias sobre móviles y menores.

En unos días, el grupo se les quedó pequeño y el día 1 de noviembre se reunieron para constituir un equipo de trabajo, elaborar una encuesta que repartirían en otros barrios cercanos y elaborar un argumentario. El 9 de noviembre la iniciativa “se mudó” a Telegram para poder meter a más gente. Hoy, solo 20 días después, el movimiento aglutina a más de 60.000 miembros de toda España unidos a través de 138 canales de Telegram y WhatsApp. A esta iniciativa se va sumando un goteo de acciones casi diarias; hoy es la campaña en change.org de una profesora de Toledo preocupada porque sus alumnos no duermen por el móvil, y mañana se suma en la misma plataforma la de una madre de dos hijos que no quiere pasar por el aro de comprarles un móvil a los trece años. Entre las dos iniciativas suman más de 60.000 firmas.

En España, el 85% de los niños entre 12 y 14 años tienen un “smartphone”, y un 49% de los adolescentes pasan más de 5 horas al día en internet

Tamara Fernández es muy consciente de que este interés es consecuencia de una confluencia de acontecimientos que han terminado estallando. “La gran denuncia a Meta en octubre fue un primer paso, y el reportaje Generación porno que se emitió en TV3 alertó a muchos padres; después llegaron las noticias de los adolescentes de Almendralejo que habían desnudado a sus compañeras por IA, los grupos masivos de WhatsApp del País Vasco que habían difundido pornografía y el ascenso de las agresiones sexuales por parte de menores. Por último, han influido también las contundentes declaraciones del psicólogo Francisco Villar, experto en suicidio infantil, que propone prohibir el móvil hasta los 16 años”

Como todo movimiento social que surge de esta manera tan espontánea, esta iniciativa engloba a personas de diferentes ideologías y con visiones variadas sobre la cuestión. Aunque los titulares de los medios se han centrado en la prohibición del móvil antes de los 16 años, Fernández señala que la propuesta es más amplia y no se ciñe al debate de una edad concreta. “En realidad, nuestra iniciativa nació con dos objetivos: el primero, que las familias pudiéramos consensuar, sin presión social, cuándo dar el móvil a nuestros hijos y con unos criterios informados. No dejar a las familias solas, ponerlas en contacto. El segundo objetivo es pelear para que el móvil se prohíba en los centros escolares porque nos parece que distorsiona y crea muchos conflictos sociales. Para este segundo objetivo sí hace falta el apoyo de las Consejerías de Educación, porque hay que dotar a los colegios de los recursos necesarios, casilleros o lo que haga falta”.

Poner puertas al campo

El debate social en España tiene datos donde apoyarse. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 85% de los niños entre 12 y 14 años tienen un smartphone. Según el informe de Unicef, la edad media del primer móvil en España son los 11 años, y un 49% de los adolescentes pasan más de 5 horas al día en internet. Seis de cada diez menores duermen con el móvil y uno de cada cinco se conectan por la noche. Un 42% de los adolescentes ha recibido en su móvil contenido sexual, y la edad media de acceso a la pornografía está en los 9 años. El crecimiento de las adicciones relacionadas con el móvil es exponencial y pocos dudan de la relación entre la sobreexposición en redes sociales y los trastornos de salud mental.

El problema está ahí. Otra cosa es que se pueda resolver prohibiendo. Hace unos días, la ministra de Educación, Pilar Alegría, rechazó que se pudieran prohibir el uso de los móviles a los menores, señalando que “no se podía poner puertas al campo”. «En efecto –señala Jorge Gutiérrez, director de Dale una vuelta–, puertas, no…; pero sí algunos peajes en las grandes autopistas de internet. Siempre existen vías, puertas o ventanas para proteger al menor».

“Tenemos que ir por delante en el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Somos los primeros que tenemos que ponernos un coto y establecer espacios libres de móvil” (Tamara Fernández, portavoz de Adolescencia Libre de Móvil)

María Zabala, autora de Ser padres en la era digital y directora de Sociedad y Tecnología en Alabra, coincide con las afirmaciones de la ministra. “Tiene parte de razón, porque el debate sobre los menores y el móvil es necesario, pero hay que alejarse de los extremos y la única alternativa no puede ser prohibir”. Para esta experta, la clave está en la formación digital y en el conocimiento de las herramientas de control del móvil por parte de padres y educadores. “Es muy positivo que se haga viral el debate –señala–, pero también se tienen que hacer virales los recursos que diferentes entidades, públicas y privadas, tienen para hacer un acompañamiento en el acceso al móvil, porque, si no, funcionamos a golpe de titular escandaloso, y es cierto que hay evidencias científicas de los problemas que ocasionen los móviles, pero nadie te da la seguridad de que a partir de una edad no vayan a existir esos problemas y, al final, lo importante es que los niños aprendan a utilizar estos dispositivos porque están en una sociedad digital y no pueden vivir de espaldas a ellos”.

Al final, casi todos los agentes que participan en este debate coinciden en el papel primordial de los padres. “Estoy de acuerdo en que internet no es un parque de atracciones para niños, pero tú puedes acompañarlos y conocer bien las herramientas de control parental y las aplicaciones que existen, y la normativa. Pero todo eso tienes que acercarlo a las familias para que no se sientan solas. Y con el adolescente, hablar y ser imaginativos; puedes instalar WhatsApp en un ordenador en el cuarto de estar, y consensuar horarios y, si decides no dar el móvil, también tienes que acompañarlos en su frustración”, señala Zabala. “Claramente, el papel de los adultos es insustituible –recalca Tamara Fernández–, y tenemos que ir por delante en el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Somos los primeros que tenemos que ponernos un coto y establecer espacios libres de móvil, como la comida, el parque o una reunión en la oficina”.

Mientras se cocina este Pacto de Estado y los poderes públicos estudian qué hacer, lo cierto es que se ha vuelto a demostrar que, a pesar de la polarización y el individualismo propios de nuestro tiempo, la sociedad civil es capaz de pasar por encima de ideologías, trabajar por el bien común y mostrar su fortaleza. Y nunca tiene tanta fuerza como cuando esa sociedad civil está representada por padres que quieren defender el bien de sus hijos, y de todos los menores. “Sí, al final, tus hijos son el motor principal de cualquier actuación», sentencia Fernández, la razón que nos acaba uniendo al margen de ideologías o de planteamientos diferentes. Buscamos lo mejor para ellos”.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

Un comentario

  1. Tratar de pedir al estado que sustituya la labor parental no es una buena solución. El problema es que los padres no estamos preparados (ni queremos hacer el esfuerzo) para educar a nuestros hijos en la austeridad, la moderación y la renuncia. Muy probablemente porque son valores que ni nosotros mismos practicamos.

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