Los experimentos y reformas del divorcio en Gran Bretaña han llevado al país durante años a tener la tasa más alta de divorcio de Europa (cfr. Aceprensa 99/99). El divorcio exprés y la eliminación de las causas objetivas ha provocado una escalada de rupturas, aunque el proceso sea menos conflictivo que cuando hay que acreditar ante el juez que uno de los cónyuges ha faltado a sus compromisos. Ninguna reforma ha conseguido evitar la trivialización del divorcio y la falta de tiempo para buscar una posible reconciliación.
No obstante, desde 1994 el divorcio está bajando. La proporción de matrimonios que se rompen antes de cinco años ha disminuido un punto porcentual desde 1992, cuando alcanzó el pico más alto (10 de cada cien matrimonios). También ha bajado el porcentaje de hombres que se divorcian por segunda vez dentro de los primeros cuatro años del segundo matrimonio: a finales de los ochenta eran 88 de cada 1.000; ahora son 76.
Si la explicación no está en las sucesivas reformas legales, ¿a qué se debe la reducción del divorcio? «The Economist» (1 abril 2006) apunta algunas razones. Por un lado, se ha extendido la cohabitación: hoy vive así uno de cada diez británicos (y la quinta parte de todos los de 25 a 34 años). Es posible, pues, que quienes optan por el matrimonio sean un grupo más selecto. Tal vez hayan madurado mejor su decisión; al menos, son mayores (la edad media en la que se casan los hombres ha pasado de los 26 años y medio en 1991 a los 30 años y medio en 2004). Por otro lado, las parejas quizás se conozcan mejor ahora: el número de licenciados que se divorcian en los dos primeros años de matrimonio -síntoma de que los novios no se conocían bien- se ha reducido a la mitad desde mediados de los ochenta. Por último, el semanario apunta que ahora puede haber más creyentes entre los que se casan.
ACEPRENSA