De la adicción laboral a la preocupación por los trabajadores con hijos pequeños

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Trabajo y natalidad en Japón
Ashiya. Todo el mundo sabe que la economía japonesa está en crisis. Sin embargo, los japoneses siguen siendo los mejores clientes de las tiendas de moda europea, que a ritmo creciente abren sucursales en Tokio y otras grandes ciudades del país. Los restaurantes elegantes están llenos a todas horas. Todo parece indicar que los japoneses son los únicos que no se han enterado de que su país está en crisis. Ahora el gobierno avisa que el porvenir será más oscuro si no aumenta la natalidad, y trata de estimularla creando condiciones de trabajo más favorables a los empleados con hijos pequeños.

Japón está sufriendo desde hace más de diez años la depresión económica más severa de posguerra. Ninguna de las numerosas medidas dirigidas a recuperar el acostumbrado crecimiento económico -propuestas por los nueve gobiernos que se han sucedido desde que reventó la famosa burbuja económica de los años ochenta- ha conseguido el éxito deseado.

La economía sigue estancada

Los periódicos están llenos de artículos acerca de la necesidad de reestructurar y liberalizar los mercados para que la economía vuelva a ponerse en pie. El envejecimiento de la población asegura un peso insostenible para la Seguridad Social. Pero la mayoría de la población sigue sin prestar atención a todos estos indicios de catástrofe y casi nadie quiere adoptar las severas medidas necesarias para resolver la situación.

El primer ministro Junichiro Koizumi, elegido hace dos años con un programa electoral de reestructuración a toda costa, obtuvo una aprobación popular sorprendente para lo que es normal en la política japonesa. Sin embargo, la vieja guardia de su propio partido es la fuerza que más se ha opuesto a las medidas propuestas por el gobierno.

En enero pasado, después de una breve disminución, el desempleo volvió a la cifra récord del 5,5% (lo que representa más de tres millones de parados). El famoso empleo vitalicio está desapareciendo… pero los japoneses siguen vistiendo bien, comprando artículos de lujo y viajando por todo el mundo como si nada extraordinario ocurriera.

Sin embargo, predicciones estatales recientes dicen que la población activa se reducirá en más de un tercio en los próximos 50 años, dejando solo tres asalariados por cada dos jubilados.

¿El siglo de los niños o de los viejos?

Las empresas y comercios que se dedican a ofrecer servicios para niños encuentran, sin embargo -y a pesar del declive de la natalidad-, nuevas oportunidades de negocio, especialmente en los campos de guarderías y educación de niños pequeños.

Mientras tanto, el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar está procurando hacer lo posible para que el siglo XXI no se convierta en la era de los bastones para viejos y del atardecer del Imperio del Sol. Para tratar de lograrlo, se están tomando medidas dirigidas a que las empresas estén más atentas a las necesidades de los empleados con hijos pequeños. Una de estas medidas es el programa «Plus One», que propone el gobierno para revitalizar la natalidad.

Durante el baby boom de posguerra las mujeres japonesas tuvieron más de cuatro hijos de promedio. Actualmente el promedio de fecundidad de la mujer japonesa en edad de tener hijos es de 1,3.

El programa «Plus One» trata de aumentar este promedio en un hijo más. «La meta -dice Takashi Nishioka, un funcionario del Ministerio- es conseguir que cambie la forma de pensar de las empresas respecto a los empleados con hijos pequeños. Hasta el momento no han prestado demasiada atención a este problema».

El aumento de la natalidad favorecería la solidaridad entre generaciones (Foto: Archivo ABC)Empresas más «family friendly»

Entre otras metas, está la de hacer que las empresas no solo acepten sino que procuren que sus empleados que tienen un hijo hagan uso de los permisos de paternidad previstos y que raramente utilizan. El programa se extiende incluso al fomento, por parte del gobierno, de los encuentros (matchmaking) de gente joven, con vistas a facilitar que parejas jóvenes se conozcan y se casen sin retrasos.

Los políticos y demógrafos tradicionalmente echan la culpa del descenso de la natalidad a las prioridades de las mujeres que trabajan, que ponen sus carreras por delante de los hijos; pero la realidad es que muchos matrimonios jóvenes deben afrontar el tremendo esfuerzo necesario para equilibrar las necesidades de la familia y las exigencias de una cultura empresarial que exige largas horas de trabajo. «En las empresas japonesas -dice Masayoshi Okoshi, uno de los líderes del grupo Child Care Hours for Men and Women Network, que promueve ayuda a padres con niños pequeños a través de encuentros, simposios y varias publicaciones- existe la percepción de que el tiempo es un bien ilimitado y gratuito. Por esto el trabajar horas extra se considera lo normal».

Los treintañeros son el grupo que más horas permanece en la empresa: un promedio de más de cincuenta horas semanales. Lo cual no significa necesariamente que estén trabajando intensamente durante todo ese tiempo. Una práctica regular en muchas empresas japonesas es que haya tal número de reuniones y formalidades durante el día, que el trabajo en serio no suele comenzar hasta las 4 ó 5 de la tarde. Y así hasta que se termine alrededor de las 8 de la noche, para luego salir a beber con los compañeros o jefes de sección. Además, hoy en día las plantillas reducidas en muchas empresas tienen que atender las mismas tareas que cuando el número de empleados era excesivo. Y estos largos horarios requeridos en las empresas afectan negativamente a la vida familiar.

Para no perder buenos trabajadores

El gobierno, que desde hace años viene tratando de promover el aumento de la natalidad, aplicó en 1992 la Ley de Permiso Parental, que permite a los padres (tanto a la mujer como al marido) obtener un permiso laboral durante un año, después del nacimiento de un hijo. Ahora están surgiendo nuevas iniciativas, en varios frentes -tanto populares como gubernamentales-, para hacer que la sociedad tenga más en cuenta las necesidades de las familias en que los dos padres trabajan.

Estos esfuerzos están empezando a dar resultados positivos, sobre todo por parte de las empresas que no quieren correr el riesgo de perder personal de talento.

Pigeon Corp., importante fabricante de productos para niños, abrió el año pasado 10 guarderías infantiles y cuenta ahora con más de 50 centros, incluidos los que administra bajo contrato con varias empresas, entre las que se encuentran Hitachi y Nippon Yusen K.K., y también ahora con Toyota, entre otras. El presidente de Toyota, Fujio Cho, piensa que la instalación de una guardería en un dormitorio remodelado en su oficina central, en la ciudad de Aichi, permitirá atraer y retener a personal con cualidades de liderazgo. «Para atraer a personal bien cualificado, necesitamos prever ayuda para los trabajadores con hijos pequeños», dice.

Entre las distintas propuestas gubernamentales se incluyen diversas posibilidades para padres y madres con hijos pequeños: trabajar menos horas, permitir a los empleados fijos trabajar con horario flexible o a tiempo parcial, etc. El gobierno apoya también la creación de un permiso por paternidad, distinto del previsto por la ley de 1992, que permita a los padres cinco días de asueto pagados, después del nacimiento de un hijo. Otra idea es crear centros donde los padres puedan estar con sus hijos, por ejemplo durante el tiempo dedicado a la comida de mediodía.

El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, con su nueva política de presionar a las empresas para que adopten medidas que favorezcan a los empleados con hijos pequeños, pretende conseguir que durante el nuevo año fiscal el 10% de los hombres y el 80% de las mujeres hagan uso de los permisos de paternidad. Las cifras de 1999 fueron el 0,55% y el 57,9%, respectivamente.

Los negocios altamente competitivos muestran un marcado interés en complacer a las madres y padres con hijos pequeños. Y lo hacen por buenas razones de conveniencia, como apunta Akira Wakisaka, profesor de economía del trabajo en Gakushuin University: «Las compañías en sectores competitivos, como son la electrónica y el comercio minorista, están adoptando el sistema de horario flexible como estrategia corporativa para atraer personal de talento».

Hacen falta más guarderías

Shiseido, uno de los principales fabricantes de cosméticos del país, con un 70% de mujeres entre sus empleados, introdujo el horario flexible en 1988 y también el permiso de maternidad en 1990, dos años antes de que se implantara la Ley de Permiso Parental. En 1991 Shiseido empezó un programa de reducción de horas de trabajo que permite a sus empleados usar dos horas diarias para el cuidado de sus hijos, hasta que estos entran en la escuela primaria. Estas prácticas han dado buenos resultados: por ejemplo, el promedio de permanencia de las empleadas en la empresa es de 13 años, comparado con el de 8,9 años en todo el país.

Hay bastantes parejas jóvenes que desearían tener más hijos, o que la mujer pudiera trabajar al tiempo que los cría. «A mí me gustan los niños y quisiera tener más, pero mi marido dice que no podemos permitirnos más de dos», dice Ryuko Morita, madre de familia de 32 años de edad. «Si hubiera una guardería disponible, podría trabajar, pero tampoco puedo permitirme el desembolso que eso supondría».

«El primer ministro Junichiro Koizumi prometió establecer 50.000 guarderías infantiles en todo el país en este año fiscal, pero eso está lejos de ser suficiente», dice Ritsuko Wada, economista del Nomura Institute, quien calcula que para 2012 el gobierno tendrá que procurar espacio extra para un millón de niños más, en guarderías infantiles, si quiere que un número suficiente de madres puedan trabajar fuera de casa.

La economía nacional se juega mucho en esto. El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar viene diciendo que el producto nacional bruto se reducirá alrededor del 8% en los próximos 25 años, a no ser que se logre en ese período de tiempo un incremento sustancial de la población activa. Si Japón no quiere aceptar una fuerte caída de la riqueza y, en consecuencia, del prestigio internacional, tiene pocas opciones: o aumentar el número de trabajadores nacionales, o aceptar la entrada de inmigrantes, solución esta difícil de digerir por la sociedad japonesa.

La economista Wada afirma que si las mujeres que se incorporan a la población activa aumentaran en un 5% durante los próximos 20 años, el número total de trabajadores podría mantenerse en el nivel actual de 60 millones. «Lo que ocurre -dice- es que el ambiente de trabajo no permite a las mujeres tener hijos y trabajar al mismo tiempo. Las empresas grandes van poco a poco ajustándose a las necesidades de los padres con hijos pequeños, pero las empresas pequeñas y medianas -que son las que emplean a la mayoría de los japoneses- necesitan luchar por el día a día de su supervivencia en una economía en recesión. Lo único que les interesa es sobrevivir hasta mañana y no pueden pensar a largo plazo».

Auge de las agencias matrimoniales

Al tratar de identificar los factores que influyen en la reducción de la natalidad, muchos se fijan en la creciente tendencia de las mujeres a proseguir sus estudios al terminar la carrera universitaria y a diferir el matrimonio y por tanto la maternidad.

Pero buena parte de la responsabilidad es de los varones que rehúsan casarse o posponen el matrimonio. Muchos de estos hombres son hijos únicos, y como uno de ellos expresa: «Soy hijo único y no veo la manera de zafarme de la obligación de cuidar de mis padres. Si la que vaya a ser mi esposa se niega a vivir con ellos, prefiero no casarme».

Por otro lado, están los llamados parasite singles, que prefieren la libertad de la soltería y el cuidado de sus madres a lo incierto del matrimonio.

En general, los hombres quieren casarse antes de los 35 y las mujeres están desesperadas por hacerlo cuando cumplen 30. El promedio está en los 28-30 para los hombres y alrededor de los 25 para las mujeres.

Muchos de los que no encuentran su pareja ideal recurren a las numerosas empresas que promueven matchmaking para parejas que quieren casarse. El gobierno últimamente ha manifestado su disposición de apoyar estas iniciativas para tratar de estimular los matrimonios de gente joven.

Una sinopsis demográfica publicada en agosto de 2000 por el National Institute of Population and Social Security Research, muestra que el número de hombres y mujeres solteros ha crecido de modo espectacular en las dos últimas décadas, especialmente los hombres de 30 años o más. Los datos de 1995 muestran, por ejemplo, que la población de hombres solteros entre 30 y 34 años de edad creció en un 160% después de 1980; mientras que la de los que tienen entre 35 y 39 años creció en un 270% en el mismo período.

Muchos de estos hombres y tambien las mujeres no excluyen que querrán casarse en algún momento, pero no tienen prisa.

Antonio Mélich

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