Campaña de la OMS a favor de la maternidad sin riesgos

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Análisis

El Día Mundial de la Salud (7 de abril) está dedicado este año a la maternidad sin riesgos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que convoca esta jornada, anualmente mueren en el mundo 595.000 mujeres por causas relacionadas con el embarazo, en circunstancias que, en la mayoría de los casos, podrían haberse evitado. Con esta campaña de información, la OMS intenta que la mortalidad materna -un dato que se considera barómetro de la situación de la mujer- pueda rebajarse a la mitad para el año 2000.

Los estudios difundidos por la OMS señalan que, de los fallecimientos debidos a complicaciones del embarazo o del parto, el 90% corresponde a mujeres de África y Asia; algo menos del 10%, a otras zonas en desarrollo, y el resto, a los países desarrollados. La mayoría de estas muertes maternales «podrían evitarse si las mujeres tuvieran acceso a cuidados médicos durante el embarazo, el parto y el posparto», aseguran los informes. Pero precisamente la disponibilidad y la calidad de los servicios sanitarios son indicadores claros de las diferencias de bienestar entre unos y otros países.

Personal sanitario

Sólo la mitad de los alumbramientos que se producen en los países en desarrollo cuentan con asistencia de una persona cualificada. La intervención de un médico o una comadrona garantizan las condiciones de higiene y, sobre todo, la posibilidad de reconocer las complicaciones que puedan surgir, para remitirlas a tiempo a un dispensario u hospital próximo. Los cuidados posteriores al parto se consideran un lujo entre las mujeres de esas zonas. Mientras en Occidente los disfrutan el 90% de las mujeres, en los países en desarrollo sólo los reciben el 30%. Esa falta de atención médica ocasiona, según la OMS, patologías de distinto tipo. Así, la mortalidad materna llega por hemorragias, infecciones y otras causas directas; también provocan la muerte los abortos practicados en malas condiciones. Para la OMS, cada año tienen lugar 20 millones de tales abortos, que causan cerca de 80.000 muertes maternas.

Sin embargo, la propia OMS afirma ser «consciente de que los datos sobre los abortos inseguros son escasos y pueden tener importantes errores». Lo mismo se podría decir de la mortalidad materna, sin ánimo de disminuir su trascendencia. La búsqueda de eslóganes fáciles de repetir y difundir para aumentar la eficacia de estas campañas informativas juega en contra del rigor de las estadísticas. En 1990, la OMS y Unicef pusieron en marcha un nuevo método de estimación de la mortalidad materna, que en algunos países sólo se apoya en el cruce de datos sobre la tasa de fecundidad y la proporción de partos practicados por personal cualificado. En el caso de la mortalidad materna, las estimaciones «comportan grandes márgenes de error y no proporcionan más que órdenes de magnitud», reconoce la OMS.

Otro apartado que merece atención es el de las medidas que se proponen para rebajar esa cifra. Junto a la mejora de los servicios sanitarios y a la formación del personal técnico, la OMS también plantea la eliminación de los abortos con riesgos -facilitando la legalización de estas intervenciones- y de los embarazos no deseados. Rebajar la tasa de mortalidad materna puede conseguirse «haciendo el parto más seguro y/o reduciendo el número de embarazos», asegura. Esta última medida parece ser la más contundente, ya que no sólo acaba con los riesgos del embarazo sino que frena directamente la maternidad.

Para evitar los embarazos no deseados se promueve la difusión de métodos de planificación familiar -incluido el aborto seguro- y la ampliación de la información sexual que reciben los jóvenes. Ante propuestas similares, Human Life International ya alertaba del fracaso de la difusión de programas de planificación familiar y de educación sexual en las escuelas de Estados Unidos, donde precisamente se disparan los embarazos de adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual.

La OMS apenas presta atención a otros factores de riesgo para las embarazadas y sus recién nacidos, como la malaria o la anemia, a las que son especialmente vulnerables por las alteraciones de su sistema inmunológico, y que podrían prevenirse sin demasiado coste. En cambio, advierte sobre un problema localizado exclusivamente en los países desarrollados, como es la sobremedicación. Los avances tecnológicos permiten unos cuidados prenatales exagerados, como la vigilancia electrónica del feto o la cesárea casi sistemática, que además de ser costosos pueden aumentar las complicaciones a las madres. En Bangkok, por ejemplo, la tasa de cesáreas en un hospital universitario es del 26% y en un hospital privado alcanza el 45%. Para la OMS, la proporción recomendable oscila entre el 5% y el 15%. Esta organización también propone la vuelta a un sistema descentralizado de atención médica para los partos, menos caro y sobre todo más accesible para los que viven en el medio rural.

M. Ángeles Burguera

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