Un joven profesor español se traslada a Roma, donde se enamora de una mujer que no acaba de corresponderle. La historia, escrita con un estilo sobrio, se enriquece con agudas observaciones estéticas.
La “brújula” que ofrece el autor se centra en el desarrollo de las virtudes y de la capacidad contemplativa, y se aleja de lo corriente en la literatura de autoayuda.
Frente al pensar posmoderno, Gómez Pérez reivindica la dinámica entre el individuo y las instituciones, para superar tanto el individualismo como el colectivismo.