·

Una “Universidad heterodoxa” para la resistencia

publicado
DURACIÓN LECTURA: 1min.

 

Jonathan Haidt, profesor de Psicología Social en la New York University, impartía una sesión plenaria. Ante centenares de profesores y académicos formuló la siguiente pregunta: ¿cómo os definiríais políticamente? La abrumadora mayoría, más de un 80%, se reclamaron progresistas o de izquierdas; como centristas levantaron el brazo unas 20 personas; 12 libertarios; y, como conservadores solo se atisbaron tres valientes manos. Aquel experimento improvisado resultaba muy sintomático para Haidt: ¿por qué en el entorno académico de las Ciencias Sociales –y de las Humanidades, cabría añadir– reivindicarse como lo que vota la mitad de la sociedad resulta tan extraño? La abismal disonancia entre las convicciones políticas de quienes estudian la sociedad y la propia sociedad estudiada era inquietante. No cuadraba.

Bajo esa preocupación –aumentar la diversidad política en los campus– nació Heterodox Academy. No pretenden imponer cuotas, sino convencer con datos y argumentos. Partiendo, eso sí, de una convicción: que la diversidad ideológica resulta buena en sí misma –tanto moral como científicamente– para un entorno de estudio que está constantemente lidiando con cuestiones políticas. Desde la apertura de heterodoxacademy.org en el verano de 2015, la campus madness ha ascendido exponencialmente, de modo que la web se ha convertido en referencia impagable. Alberga desde artículos académicos hasta posts rigurosos que animan a debatir desde el respeto y el coraje intelectual.

Entre sus múltiples acciones, Heterodox Academy elabora una guía en la que mide la libertad de expresión, a modo de semáforo, en los campus estadounidenses. Se trata de una iniciativa que espeja la que Spiked Online realiza en Reino Unido desde 2015. Resulta alentador que uno de los criterios que emplea Heterodox Academy para su evaluación sea el de constatar si una Universidad se ha adherido (o no) a los denominados “principios de Chicago”: una defensa apasionada del aula y el campus como entornos abiertos al debate. La Universidad de Chicago adoptó institucionalmente esos principios, liderando así el compromiso firme con el free speech.

Son ejemplos colectivos que, sumados a innumerables casos individuales –como la valerosa resistencia de Jordan B. Peterson– evidencian por enésima vez la vigencia de la máxima de Burke: “Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”. 

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.