La polémica sobre los nuevos colegios privados concertados Lo obsoleto es el modelo único

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¿El derecho a la gratuidad educativa es de todos?
La polémica sobre los nuevos colegios privados concertadosEl ejercicio del derecho a la libertad de enseñanza vuelve a ser motivo de polémica en España. El telón de fondo es la competencia entre la enseñanza pública y la privada por atraer alumnos de unas generaciones cada vez más menguadas por la falta de natalidad; el clima viene dado por la tradicional dificultad de aplicar una reforma educativa ambiciosa sin financiación suficiente; y el deseo de echar leña al fuego del enfrentamiento proviene de la disputa política entre gobierno y oposición.

Actualmente, el Ministerio de Educación mantiene conciertos con unos 2.000 colegios privados, que de este modo reciben fondos públicos para financiar la enseñanza obligatoria. La espoleta del conflicto ha sido el anuncio de que en el próximo curso los conciertos se ampliarán a otros 34 colegios más, que recibirán en conjunto 1.700 millones de pesetas. Los propietarios de esos colegios son de diverso tipo: cooperativas, comunidades religiosas, propietarios privados o sociedades creadas por los propios padres como es el caso de los ocho colegios pertenecientes a Fomento de Centros de Enseñanza. Entre ellos hay dos colegios de educación especial.

Menos aulas en la pública y en la privada

La oposición socialista y las voces críticas desde la enseñanza pública han sacado el hacha de guerra, asegurando que el gobierno relega la enseñanza pública y potencia la privada. ¿Por qué se cierran aulas en la enseñanza pública, mientras se hacen nuevos conciertos con la privada?

Francisco López Rupérez, director general de centros, ha explicado que el cierre de aulas en la enseñanza pública se viene haciendo desde hace años como consecuencia de la drástica baja de natalidad: «Cuando, en medio urbano, las aulas reducen sus efectivos por debajo de 12 alumnos, se producen agrupamientos de aulas para alcanzar cifras de 20-22 alumnos por clase». De hecho, el gobierno socialista cerró 804 aulas en la enseñanza pública en el curso anterior; el gobierno actual, cerrará 611 en el próximo curso.

El concertar nuevas aulas en los centros privados tampoco es una novedad. El gobierno socialista concertó 221 nuevas aulas en el curso 1994-95; 138 en el 1995-96; 43 en el 1996-97. Los nuevos conciertos del actual gobierno para el próximo curso suponen 178 aulas más.

Todo esto es compatible con el hecho de que, en el conjunto de la enseñanza privada, haya también menos aulas concertadas en el próximo curso. Félix Falcón, presidente de una de las patronales de la enseñanza privada, la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), ha explicado que, aunque aún están en negociaciones con el Ministerio, el próximo curso pueden desaparecer los conciertos para unas 500 aulas, también como consecuencia de la baja de natalidad. Así que, en conjunto, habría también menos aulas concertadas.

Lo que ocurre, tanto en la enseñanza pública como en la privada, es que, aunque haya bajado la natalidad, a veces sobran plazas en algunas zonas y faltan en otras. Así, mientras se cierran aulas públicas en algunas zonas, el Gobierno acaba de aprobar la inversión de 6.400 millones de pesetas para construir 20 nuevos institutos de enseñanza media, con 13.500 plazas, en comarcas donde hay un déficit de puestos escolares. Por lo tanto, no sirve de mucho manejar cifras globales sin atender a la realidad de dónde están ubicados los colegios.

Necesidades de escolarización

Las voces críticas contra los nuevos colegios concertados aseguran, en bloque, que «no responden a necesidades de escolarización». Pero, el mejor signo para saber si un servicio responde a la demanda, es ver si cuenta con clientes. Y todos estos colegios llevan funcionando desde hace años. Hay que tener en cuenta que no sólo pueden acceder al régimen de conciertos los centros de nueva creación, sino también aquellos que ya están funcionando, siempre que reúnan los requisitos legales establecidos.

Otra de las críticas de algunos sectores de la enseñanza pública es que el próximo curso se concertarán centros educativos completos y no sólo aulas, como hacía el gobierno socialista. Sin embargo, esta posibilidad está prevista en el artículo 48.3 de la LODE y en los artículos 20, 21 y 22 del régimen de conciertos.

En cualquier caso, los datos indican que desde el comienzo de la aplicación de la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) en 1982, es la enseñanza privada la que ha ido perdiendo posiciones. Los alumnos de la enseñanza estatal han pasado del 62,4% del total en el curso 1983-84 al 68,3% en el curso 1993-94; y los de la privada, del 37,6% al 31,7% en el mismo período.

Falta dinero para todos

La austeridad presupuestaria, consecuencia del freno al gasto público para cumplir los objetivos de Maastricht, afecta también a la educación, en un momento en que se empieza a implantar la última reforma educativa. Se comprende, pues, que los protagonistas de la enseñanza se quejen de la insuficiencia de medios.

Este clima ha favorecido que las voces críticas contra los nuevos conciertos denuncien que, mientras se congelan los presupuestos educativos, se aumente el dinero para la enseñanza privada. La ministra de Educación, Esperanza Aguirre, ha explicado que la austeridad presupuestaria afecta tanto a la enseñanza pública como a la privada. En los centros concertados, la financiación pública por aula está congelada, a pesar de que la privada se queja desde hace años de que la financiación no cubre el coste real de la enseñanza. Coste, por otra parte, inferior al de la enseñanza pública.

El aumento de un 4% en la partida dedicada a conciertos se debe a la prolongación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años; y porque los alumnos de 12 y 13 años, que antes se consideraban de primaria, ahora pasan a ser de secundaria, lo que supone una subvención mayor.

Accesibles a más familias

Las cuotas que hasta ahora pagaban los padres en estos colegios, al no estar financiados con fondos públicos, han dado pie a que sean acusados de elitistas. Pero los gestores de los colegios responden que si han pedido los conciertos es precisamente porque son conscientes de que no todos los padres pueden pagarlas, y que a partir de ahora podrán ser accesibles a más familias. Así, el colegio Agora de Madrid, propiedad de una cooperativa de padres, que cuesta 57.000 pesetas mensuales, declara haber pedido la subvención con este objetivo de abrirse a más familias. Al ser concertados, la enseñanza obligatoria pasa a ser gratuita, y los eventuales gastos por actividades extraescolares quedan sometidos a los requisitos que establece la ley.

En el punto de mira de las críticas aparece también el hecho de que los colegios de Fomento de Centros de Enseñanza no impartan educación mixta, por lo cual algunos les tachan de practicar una enseñanza «discriminatoria». A lo que Félix Falcón, secretario del Consejo de Administración de Fomento, responde que «sería discriminación si un centro femenino no tuviera las mismas instalaciones o las mismas titulaciones que otro masculino. Pero eso no sucede». El organizar la enseñanza en régimen de coeducación o de enseñanza diferenciada depende de la autonomía del centro a la hora de definir su perfil pedagógico.

De hecho, entre los colegios que ya estaban concertados los hay también de enseñanza diferenciada. Por otra parte, resultaría contradictorio que unos colegios «elitistas», que dependen de su capacidad de atraer familias, dieran una enseñanza de menor calidad en razón del sexo del alumnado.

Aparte de las discusiones sobre los presupuestos, en el fondo de la confrontación subyace el distinto modo de entender la libertad de enseñanza. Falcón subraya que «el Estado es un administrador de fondos, no el propietario. Y esos fondos deben atender a lo que los padres quieren y la sociedad demanda».

La otra postura está representada por Carlos Ladrón de Guevara, presidente de la Confederación de Padres de Alumnos de la enseñanza pública: «Si alguien quiere un centro privado, lo que tiene que hacer es pagárselo, pero no pedir que los dineros públicos paguen proyectos privados». Y menos aún si son religiosos: «El Estado debe potenciar los centros laicos, porque el Estado es un Estado laico, y no potenciar los religiosos, que practican un tipo de enseñanza religiosa que no puede ser compartida por la totalidad del Estado».

Juan DomínguezCoeducaciónLo obsoleto es el modelo únicoDesde principios de los años noventa, una tendencia claramente perceptible en Inglaterra, Alemania y diversas zonas de Estados Unidos niega la conveniencia de imponer la enseñanza mixta en todos los centros escolares. A la vista de los resultados, diversos estudios señalan que la educación diferenciada tiene sus ventajas, en especial para las chicas. Lo llamativo es que la defensa de la educación diferenciada surge ahora también desde posiciones feministas. El motivo alegado es que el modo de aplicar la coeducación discrimina a las chicas.

En la enseñanza privada siempre ha habido una buena representación de escuelas no mixtas, aunque en los últimos tiempos muchas hayan admitido a alumnos de ambos sexos por problemas económicos. Pero ahora también se propugna que en la enseñanza estatal exista este tipo de escuelas para quien lo desee.

En Alemania, el debate estalló el año pasado cuando el semanario Der Spiegel (6-V-96), de tendencia socialista, dedicó el reportaje de portada a analizar la situación en las escuelas alemanas (cfr. servicio 71/96). Der Spiegel describía así el ambiente en las clases: «Los chicos intervienen en las clases el doble que las chicas y reciben muchas más alabanzas y castigos, ya que por su activismo llaman más la atención; las intervenciones de las chicas son interrumpidas y completadas por aclaraciones de los chicos; los chicos con buenas notas son calificados por los profesores como despiertos e inteligentes, mientras que las chicas con buenas notas son consideradas como trabajadoras y ordenadas».

Ante este panorama, diversos pedagogos y conocidas feministas declaraban la necesidad de revisar las ideas sobre la coeducación. La feminista Lore Hoffmann, pedagoga de la Universidad de Kiel, reconocía que con la educación diferenciada se consigue que las chicas se interesen mucho más por «las típicas asignaturas de chicos como son informática, química o matemáticas, al estar las clases orientadas según sus necesidades». Heide Simonis, diputada socialista y conocida feminista, mantenía la necesidad de superar estereotipos: «Es necesario deshacerse definitivamente del prejuicio de que las chicas necesitan clases conjuntas con los chicos para no estar en desventaja en el trabajo profesional. Eso es totalmente falso, como lo es también la afirmación de que chicos y chicas aprenden a conocerse mejor estando en clases mixtas». El problema, según la directora de colegio Johanna Mehler, es que la coeducación no ha tenido en cuenta las diferencias reales entre chicos y chicas: «Los planes de estudio no se han adaptado, sino que se han dejado como estaban, pensados para los chicos. Las chicas van a otro ritmo, pero pueden llegar a entender y asimilar mejor que los chicos aspectos de físicas o matemáticas».

De hecho, en algunos Länder se han aprobado leyes que, por razones pedagógicas, admiten tener clases separadas en algunas asignaturas.

Donde más triunfan las chicas

La cuestión de si la enseñanza mixta o la diferenciada favorecen más o menos el rendimiento escolar es un tema debatido. Pero lo que los resultados demuestran es que la enseñanza diferenciada no perjudica en absoluto a los alumnos, en concreto a las chicas. En Gran Bretaña, donde existe una arraigada tradición de escuelas sólo para chicos o para chicas, los resultados de los exámenes nacionales revelan cada año el buen papel de las escuelas exclusivamente femeninas (cfr. servicio 131/95). Un estudio de la Universidad de Manchester del año 1995 (cfr. The Times, 22-VIII-95) señala que la mitad de las 48 escuelas privadas con mejores resultados académicos en los exámenes para el ingreso en la Universidad son femeninas, aunque los centros de este tipo sólo representan el 40% del sector. En el sector público, la diferencia es más acusada: la tercera parte de los centros mejor clasificados son exclusivamente femeninos, aunque sólo representan el 9% del total.

Algunos han dicho que esta ventaja se debe a que estas escuelas son más selectivas. A su vez, los centros no mixtos replican que si son más selectivos es simplemente porque la demanda de plazas supera con creces la oferta, lo que es muestra de la buena calidad que ofrecen.

No hay que olvidar que estos colegios no tienen nada que ver con el tópico de los «internados para señoritas». Así lo reflejaba la escritora Rosa Montero en un reportaje publicado en El País en 1993, a propósito del prestigioso colegio Benenden. «Los colegios de chicas, que hace unos años eran considerados instituciones conservadoras y obsoletas, son ahora una opción ardientemente defendida por una parte importante de los educadores progresistas».

Cambios en la escuela pública

En Estados Unidos, las escuelas públicas son mixtas. Pero en distritos escolares de más de una docena de Estados -Texas, Colorado, Michigan y Georgia, entre otros- se están separando alumnos y alumnas en algunas clases para mejorar los resultados académicos y la disciplina (cfr. Newsweek, 24-VI-96). La mayoría de los cambios pretenden que las alumnas consigan mejores resultados en matemáticas y ciencias, y que los varones trabajen con mayor orden (cfr. servicio 97/96).

Estas experiencias se fundan en parte en el informe que publicó en 1992 la Asociación Americana de Mujeres Universitarias. La investigación mostró que, en las escuelas exclusivamente femeninas, las niñas tenían más confianza en sí mismas, obtenían mejores resultados y seguían más estudios de ciencias al pasar a la Universidad.

Por otra parte, en la enseñanza privada norteamericana hay una buena representación de escuelas no mixtas. Incluso, aunque esto suene raro en otros países, también en la enseñanza superior existen 84 colleges que sólo admiten alumnas. Desde 1990 se ha duplicado el número de solicitudes de admisión, y en ellos estudian 98.000 alumnas. En uno de estos colleges hizo sus estudios universitarios Hillary Clinton.

En Suiza, el debate sobre la coeducación se reabrió en 1993 a raíz del informe de la comisión de expertas VERA, dependiente de la Conferencia de Directores Cantonales de Educación (cfr. servicio 23/93). El informe observaba que se mantiene una clara separación entre especialidades masculinas y femeninas en la enseñanza. Y advertía que la coeducación no puede reducirse a integrar a las chicas en estructuras educativas que siguen dominadas por la tradicional división de roles. El informe proponía que, para eliminar los estereotipos y atender a las necesidades de las chicas, había que lograr una enseñanza individualizada y diferenciada en el marco de la coeducación. Pero los partidarios de la educación separada hicieron notar que una de sus ventajas tradicionales era precisamente ésa.

Un perfil pedagógico propio

El debate sigue abierto. Como dice el pedagogo Víctor García Hoz, «desde el punto de vista científico no hay evidencia clara para decir que la coeducación sea superior a la educación separada o que ésta sea superior a la primera». Pero la imposición por parte de la autoridad política de un modelo único de educación sería signo de un «totalitarismo educativo que no admite la pluralidad de centros». Pues «la elección de un tipo u otro de escuela no es un problema de técnica científica sino de libertad personal y social» (cfr. servicio 143/95).

En España la enseñanza mixta se impuso desde el gobierno y sin debate en todos los centros públicos en 1984. Pero ningún texto legal obliga a que los centros privados concertados tengan que adoptar ese modelo, y de hecho siempre ha habido entre ellos colegios no mixtos. Es algo que pertenece a la autonomía del centro para definir su perfil pedagógico. Es más, desde la Ley de Participación, Evaluación y Gobierno de los Centros, aprobada por el gobierno socialista en 1995, también los centros públicos han pasado a tener más autonomía para presentar a las familias una oferta educativa específica.

Es claro que en un sistema donde coexistan los dos tipos de escuela con los mismos derechos, cada familia podrá satisfacer sus preferencias. A un tipo de alumno -chico o chica- le vendrá bien la educación mixta, mientras que la diferenciada responderá mejor a las necesidades de otro. Lo obsoleto, en esto como en todo, es el modelo único.

Ignacio Aréchaga

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