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La jornada escolar continua se impone por motivos no académicos

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Según informaba la Cadena SER el pasado 24 de abril, la jornada continua ya ha sido adoptada por un 62% de los colegios públicos españoles de infantil y primaria, lo que supone un aumento de 15 puntos respecto al 2009. Si se confirman estos datos, sería la primera vez que este tipo de jornada es mayoritaria en las primeras etapas educativas.

Por comunidades autónomas, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cantabria, Galicia y La Rioja han sido las que más se han inclinado hacia esta opción en los últimos años. Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia llevan aplicándola mayoritariamente desde hace tiempo. Por su parte, las Comunidades más reacias a la jornada continua son Cataluña, País Vasco, Navarra, Aragón y Valencia, aunque en estas dos últimas se ha abierto recientemente un importante debate sobre la cuestión.

La jornada continua ya ha sido adoptada por un 62% de los colegios públicos españoles de infantil y primaria

Sin vuelta atrás
Esta tendencia puede ser definitiva, pues el cambio hacia la jornada continua ha demostrado ser irreversible allí donde se ha producido. En los institutos de secundaria, que ya hace tiempo adoptaron el horario continuo, hoy en día resulta casi implanteable volver a la jornada partida, y algunos expertos creen que lo mismo puede ocurrir con las etapas primaria e infantil: si el profesorado público hace del horario continuo un “derecho adquirido”, las administraciones se enfrentarán a un muro en caso de que pretendan dar marcha atrás. Por eso, sociólogos y pedagogos recomiendan abordar esta cuestión de manera sosegada, con una perspectiva que vaya más allá de los problemas a corto plazo.

Sin embargo, esto no resulta sencillo cuando las necesidades económicas acucian. Aunque no hay datos para comprobarlo, se piensa que una de las principales razones en el cambio hacia la jornada continua es la mengua, en número y cuantía, de las becas de comedor.

A su vez, la falta de empleo hace que aumente el número de hogares donde uno de los padres puede hacerse cargo de los niños por la tarde, sin tener que recurrir a actividades extraescolares. Da la impresión de que los padres están apoyando la jornada continua más por cuestiones económicas que pedagógicas; mientras tanto, los sindicatos de profesores aprovechan el momento para conseguir una de sus viejas reivindicaciones.

Una de las principales razones en el cambio hacia la jornada continua es la mengua, en número y cuantía, de las becas de comedor

Promesas incumplidas
El marketing de la jornada continua ha ido asociado a ciertas promesas que luego no han resultado ciertas, según sus críticos. Una de ellas, quizá la principal, es que el horario continuo aumentaría el tiempo real de aprendizaje, pues eliminaría las horas de la tarde, poco efectivas en su opinión. Sin embargo, la tendencia comprobada es que cuando la jornada ocupa toda la mañana se suele acortar la duración de las clases hasta los 45 o 50 minutos.

Otra promesa era que al eliminar las clases de la tarde los profesores tendrían más tiempo para las tutorías con los padres, y para su propia formación. Sin embargo, según los defensores del horario partido, no se ha comprobado que estos efectos se produzcan realmente. Más bien, las tutorías tienden a concentrarse en las primeras horas de la tarde, unas horas difíciles para los padres.

Tampoco parece haberse cumplido la promesa de que aumentaría la participación de los niños en actividades extraescolares, entre otras las deportivas, importantes en un país con alta tasa de obesidad infantil. Lo observado hasta ahora sugiere una relación inversamente proporcional entre jornada continua y participación en este tipo de actividades. En cambio, según los testimonios de muchos padres, aumenta claramente el consumo de televisión, ya que muchos niños están solos en casa hasta bien entrada la tarde, cuando sus padres regresan del trabajo. La promesa de que el horario de mañana fomentaría la convivencia familiar no se cumple en la práctica.

Por otro lado, aunque el cambio a la jornada continua suele exigir como condición el mantenimiento de los comedores escolares, frecuentemente este servicio acaba languideciendo o desapareciendo, con lo que se pierde una opción muy demandada por familias donde trabajan los dos padres.

Algunas familias pueden cambiar a sus hijos a la escuela concertada, que mayoritariamente tiene jornada partida

Asociaciones de padres, en contra
Las familias tienen un papel decisivo en el proceso de cambio de jornada escolar. Aunque es el Consejo Escolar del centro quien lo inicia, el proyecto tiene que ser discutido y aprobado por una mayoría de padres, más o menos numerosa según la regulación de cada comunidad autónoma. Por tanto, se puede decir que la expansión de la jornada continua solo ha sido posible gracias a la anuencia de los padres.

Contrasta, por ello, la férrea oposición de las asociaciones mayoritarias de de padres de alumnos, Ceapa (en la pública) y Concapa (en la concertada y privada): alegan que la jornada continua es una reivindicación laboral de los profesores vendida como si se tratara de una ventaja pedagógica. Sin embargo, explican, la poca investigación que se ha hecho sobre la materia indica que los niños tienen menos bajones de concentración en la jornada partida.

En un informe que la OCDE realizó para la comunidad canaria, se mencionaba que, según algunos estudios, comenzar las clases a una hora demasiado temprana –el informe habla de las 8 de la mañana, la hora fijada en la mayor parte de los colegios canarios– puede convertir estas primeras clases en “cuidado infantil prolongado”, pues los niños todavía no están preparados para aprender. Los autores señalan que el ritmo biológico de los adolescentes recomienda, de manera aun más clara que en el caso de los niños, la jornada partida.

Basándose en este y otros estudios, las principales asociaciones de padres han denunciado que los sindicatos de profesores, al reclamar la jornada continua, no están pensando en los beneficios pedagógicos sino en sus propias condiciones laborales.

Además, señalan que frecuentemente estos sindicatos ejercen una forma de presión sobre los padres y los alumnos, especialmente donde el profesorado tiene más capacidad para monopolizar la opinión pública en cuestiones educativas. Por otra parte, las discusiones generadas en el seno de los propios centros han deteriorado la convivencia dentro de la comunidad educativa, enfrentando a los padres con los alumnos o con los profesores.

Jornada partida en la enseñanza concertada
Un riesgo añadido del paso a la jornada continua es, según sus detractores, el ensanchamiento de la brecha social. Algunas familias, que no pueden o no quieren permitirse una tarde de actividades extraescolares para sus hijos pero sí tienen recursos para pagar el servicio de comedor, pueden acabar por escolarizarlos en la escuela concertada, que mayoritariamente tiene jornada partida. Así, aumentaría la brecha socio-económica que existe entre esta y la pública.

Una brecha de la que, esta vez, no se puede culpar a la Administración, sino más bien a los propios profesores.

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