Iniciativas para atraer a más chicos a la universidad

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La brecha de género en el acceso a la universidad se ha invertido: ahora son los varones, sobre todo los de menos recursos, quienes se están quedando atrás. Algunos programas pretenden rescatarlos del fracaso escolar con tutores de su mismo perfil sociológico o ayudándoles a conseguir créditos universitarios cuando aún están en el colegio.

La Universidad de East London (UEL) dirige un programa para ayudar a que jóvenes con alto riesgo de fracaso escolar o de abandono prematuro de la educación lleguen a la universidad. Como explica un reportaje en The Atlantic, la iniciativa va destinada a los chicos, y prioritariamente a los blancos con menos recursos, un colectivo muy afectado por estos problemas.

El enfoque es novedoso: se selecciona a estudiantes universitarios de tercer o cuarto curso para que entrenen al fútbol o a otro deporte a estos adolescentes. El contexto de informalidad y cercanía que proporcionan los entrenamientos y los partidos facilita que se creen vínculos entre ellos. Una vez se consigue esto, se intenta que el asesoramiento pase de lo deportivo a lo académico: el mentor les transmite su experiencia en la universidad y escucha sus dudas.

Los mentores ofrecen modelos de éxito creíbles y cercanos a las experiencias de los jóvenes con alto riesgo de fracaso escolar

Algunos de los jóvenes que han participado en estos programas más tarde se han convertido en mentores de otros. El hecho de que sean chicos (aunque también existen mentoras) y de sus mismos barrios o perfil sociocultural aumenta su credibilidad y es más fácil que les vean como modelos a seguir.

El enfoque masculino del programa tiene una razón de ser: como ha ocurrido en otros países, la ratio de chicos y chicas entre los estudiantes universitarios de Inglaterra se ha invertido desde los años setenta hasta ahora. Si entonces era de seis a cuatro (favorable a los primeros), actualmente el 56% son mujeres, y el porcentaje es todavía mayor (cercano al 75%) en 20 universidades. La matriculación del pasado curso registró un record en cuanto a la desigualdad por sexo: se inscribieron un 35% más de chicas que de chicas.

A pesar de que el valor relativo del título universitario ha descendido en los últimos años, el premio salarial sigue siendo alto: los jóvenes de entre 25 y 34 años que lo han obtenido cobran de media un 47% más que los que no lo han hecho; entre las chicas la diferencia es aún mayor: un 63%. Por otro lado, la tasa de paro entre los que han abandonado la educación antes de los 24 años casi triplica la general, y está en su nivel máximo desde 1992.

Un problema educativo y sociológico

La menor presencia de hombres en la universidad británica es un problema que empieza en los colegios. El abandono escolar es considerablemente mayor entre ellos. Pero incluso los que continúan hasta el final de la secundaria obtienen peores resultados que las chicas: la puntuación de los chicos en los exámenes pre-universitarios (los A-Levels) fue el pasado curso un 16% más baja que la de las chicas, una diferencia que ha aumentado en los últimos años.

El bajo rendimiento académico en el Reino Unido tiene, además del componente económico y cultural, otro asociado a la raza. En este caso los blancos más pobres son los principales perjudicados. Su tasa de matriculación en la universidad es inferior a la de otros grupos raciales del mismo nivel de renta, y por eso el programa de la UEL se centra en ellos.

Al igual que ocurre con los hispanos o los afroamericanos en Estados Unidos, este segmento de la población británica es víctima del fenómeno de la “concentración de la pobreza”: viven en barrios con una alta densidad de familias sin recursos y tasas de criminalidad superiores a la media, asisten a colegios donde son mayoría los alumnos de su mismo perfil y donde la tasa de movilidad (léase “abandono”) entre los profesores es muy elevada.

Ayuda a estudiantes hispanos en EE.UU.

En el estado de Texas existe una iniciativa similar: el Proyecto MALES (“Mentoring to Achieve Latino Educational Success”), organizado por la Universidad de Austin. Su objetivo es elevar la tasa de ingreso en la universidad de los chicos hispanos, un colectivo especialmente afectado por el abandono prematuro de las aulas.

Para ello, MALES cuenta con tres ramas de actuación. La principal es un sistema de mentores, similar al de la UEL, pero con un enfoque más centrado en lo académico. Las otras dos son un equipo de investigación sobre temas relacionados con la educación de la comunidad hispana, y un programa de becas a estudiantes de high-school, producto de la colaboración entre varias universidades del estado y algunos distritos escolares.

La función de los mentores, estudiantes universitarios hispanos de todos los cursos, está más perfilada que en la UEL. Cada uno se reúne con un grupo de chicos una o dos veces por semana para comentar con ellos aspectos de su preparación pre-universitaria, y para hacer un seguimiento de su rendimiento académico.

Además, los universitarios de primer año que son mentores se reúnen semanalmente para crear un sentido de equipo y fortalecer vínculos. También ellos tienen sus propios mentores, que suelen ser jóvenes profesionales o estudiantes de máster, siempre hispanos.

Una vez al mes hay una conferencia de alguno de ellos, dirigida tanto a los mentores como a los alumnos de high school. Las charlas pretenden ofrecer a los más jóvenes modelos de éxito asequibles y cercanos. Por último, el programa incluye la participación de todos en servicios comunitarios y proyectos de solidaridad.

En un mercado laboral cada vez más exigente en cuanto a la formación, el bajo rendimiento de los chicos puede ser un problema a largo plazo

La juventud hispana, y especialmente los chicos, es el segmento de la población con la tasa más alta de fracaso escolar, a pesar de que en los últimos años ha descendido a un ritmo mayor que la de los afroamericanos.

Del total de universitarios hispanos, el 43% son chicos, y el 57%, chicas. En esto apenas se diferencian del resto de la sociedad, pues en general las mujeres son mayoría en los campus norteamericanos. En lo que sí se distinguen es en la tasa de graduación: en 2010, un 61% de los títulos de grado obtenidos por estudiantes hispanos correspondieron a mujeres, y el porcentaje era aún mayor en el nivel de máster.

Esto ocurre porque muchos universitarios varones tienen que compaginar sus estudios con el trabajo para mantener económicamente a sus familias, una presión que las chicas sienten en menor grado.

Otra forma de combatir el abandono prematuro de las aulas es ofrecer a los alumnos hispanos la posibilidad de conseguir créditos universitarios cuando aún están en el high school. Este tipo de cursos existen para todos los públicos, y son conocidos como Advanced Placement (AP), pero la participación de estudiantes hispanos ha sido tradicionalmente baja.

Por eso, la dirección de El Paso Community College, un centro que ofrece fundamentalmente carreras técnicas, ha puesto en marcha programas de AP dirigidos específicamente a chicos de esta etnia. Los resultados son prometedores: la tasa de matriculación universitaria entre los asistentes está siendo claramente superior a la media.

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