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Estados Unidos: los deberes escolares vuelven a estar en alza

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Afinales de los 60, en Estados Unidos bastantes teóricos de la educación consideraban nocivos los deberes escolares. Los años y las malas experiencias (ver servicio 69/95) hicieron oscilar el péndulo, de modo que padres y maestros reivindicaron el carácter benéfico del trabajo para casa y cifraron en él sus esperanzas para mejorar los resultados académicos de millones de colegiales.

Hoy la cuestión está muy lejos de ser pacífica, y la prensa se hace eco de opiniones divergentes (cfr. New York Times, 7-XI-2000). El International Herald Tribune (6-XI-2000) se ocupa de las ventajas que reporta el seguimiento paterno de las tareas a través de Internet y cita dos sitios ya existentes, Thinkhave.com y K12nation.net. Por su parte, algunas escuelas ya han colocado en sus webs las listas de tareas encomendadas por los profesores, así como las calificaciones que van obteniendo los alumnos. Se trata de colocar en la red una ventana abierta a la escuela, que permita a los padres -sobre todo a las madres, que siguen llevando la mayor parte del control familiar de los asuntos educativos- un seguimiento más cercano del rendimiento escolar de los hijos. No son pocos los alumnos que, amedrentados, perciben ya la sombra amenazadora de la que, con humor, han comenzado a llamar la «Gran Madre». Una «Gran Madre» que podría facilitar el arma definitiva a las mamás norteamericanas, que no tendrían que esperar a las notas trimestrales para actuar contundentemente contra la vagancia filial.

Se han producido reacciones diversas. Desde el entusiasmo de las familias on line, hasta las quejas de los que, por falta de recursos, no disponen de ordenadores o conexión a la red y no quieren ser discriminados. «Todo eso está muy bien -replica una maestra de un distrito rural norteamericano-, pero en mi clase, solo la mitad de mis alumnos tienen ordenador en casa».

El debate se extiende también a los contenidos y la exigencia de los primeros niveles educativos, los jardines de infancia y la educación infantil. Abundan los padres que creen que el tiempo de considerar a los kindergarten como lugares de entretenimiento ha pasado, y solicitan que los niños aprendan. En lo que sí parece haber acuerdo es que para prevenir males futuros, los críos deben ejercitarse antes de incorporarse a la escuela en las nociones elementales de lectura y algo de números. En esta línea, muchos jardines de infancia amplían de tres a siete sus horas de aprendizaje sistemático de lengua, matemáticas y ciencias.

Como en toda buena polémica, no faltan los rotundos, como John Buell, un padre que es coautor de un libro de título inequívoco: «El fin del trabajo para casa: cómo las tareas desbaratan a las familias y abruman a los niños. Aprender a poner límites». Buell comenta: «Hay suficiente stress en las relaciones familiares. ¿Por qué agravarlo con las tareas?» (International Herald Tribune, 13-X-2000).

A la vista de los malos resultados académicos, los profesores particulares y los programas extraescolares de tutoría y asesoramiento para el estudio y la realización de las tareas están de moda. Muchas madres, especialmente inmigrantes, se lamentan de no tener suficientes conocimientos para ayudar a sus hijos. Teniendo en cuenta que por 8 semanas de asesoramiento personal se está pagando entre 1.500 y 3.000 dólares, la cuestión es dramática para los padres con escasos recursos económicos. En algunos centros públicos los profesores lamentan la poca implicación de los padres en la educación de los alumnos, y se han puesto en marcha iniciativas novedosas, como un sistema telefónico atendido por profesores que permite aclarar a los padres dudas referidas a los deberes de los niños.

De momento, los responsables de algunos distritos académicos norteamericanos han intervenido para fijar límites a las tareas para casa. Es el caso del distrito de Piscataway, cuyas autoridades educativas han fijado un tiempo máximo de ejecución de los deberes, que no excederá de 30 minutos diarios para los alumnos de las escuelas elementales, y de dos horas para los estudiantes de secundaria. Además, se prohíbe a los profesores introducir un clima competitivo a cuenta de las tareas y usarlas como castigo. Estas medidas ya han recibido el apoyo de la National Education Association, la agrupación de profesores más importante del país.

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