La familia es el ámbito más adecuado para formar a los hijos en la dignidad del cuerpo y en la relación entre este y los afectos, de modo que sepan poner los límites oportunos.
Para este psicólogo especializado en el ámbito afectivo-sexual, la educación temprana en la familia puede paliar los efectos nocivos de la hipersexualización cultural.
Si piensan con valentía (profundizando en los argumentos propios y ajenos) “liberales” y “conservadores” en este tema pueden alcanzar un acuerdo mucho más que de mínimos.
La resistencia de los padres de una escuela de Birmingham a que se enseñe a niños de primaria sobre homosexualidad y transexualidad se ha convertido en un test nacional.
Nieves González Rico, directora de la Fundación Desarrollo y Persona, explica que el verdadero déficit de la educación sexual está en la dimensión afectiva y relacional.
Una revisión de estudios señala que, cuando se miden parámetros objetivos y no los propios testimonios de los participantes, la efectividad de estos programas resulta poco significativa.
Libros dirigidos a padres o a adolescentes explican de un modo accesible el sentido de la sexualidad, contestan a las inquietudes de la juventud o profundizan sobre el noviazgo y el matrimonio.
La autora insiste en que los padres se adelanten a hablar de la sexualidad y que sigan de cerca la evolución de las inquietudes y preguntas de los hijos en la pubertad.
La idea es aprobar en los parlamentos autonómicos políticas públicas que, invocando la lucha contra la discriminación, otorgan unos derechos distintos y privilegiados a una minoría.
En Italia y Francia asociaciones de padres han protestado contra campañas que pretendían adoctrinar a sus hijos en asuntos referentes a la afectividad y la sexualidad.
Carole Adlard es la fundadora de Healthy Visions, que promueve diálogos sobre sexualidad en escuelas de Estados Unidos. Su método, dice, se basa no en impartir lecciones a los jóvenes, sino en hablar con ellos.