Un día en la religión de «El País»

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Contrapunto

Imaginemos que el pasado 19 de junio un sociólogo extraterrestre aterrizó en Madrid para hacer un estudio sobre la religiosidad del pueblo español. Y que, para fundamentar su trabajo en la actualidad, leyó el diario de más tirada, El País.

Seguramente le sorprendería que casi la mitad de la sección Gente (pág. 47) la ocuparan dos informaciones religiosas. «Estos españoles deben de ser muy religiosos -podría pensar-; pues, hasta en los ecos de sociedad de un periódico nacional, se le concede entidad de noticia a dos asuntos piadosos menores». En efecto, bajo el título «Dejad que los niños se alejen…», se comenta el articulito de un pequeño semanario italiano, en el que un sacerdote cuestiona la conveniencia de que los padres lleven a Misa a los niños pequeños más llorones. También se da noticia de que Clarence Thomas, un juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos «que fue acusado de acoso sexual», se ha reconvertido al catolicismo -ya había sido católico hace años- y ha recibido de nuevo la «Primera Comunión».

Esa impresión inicial de nuestro extraterrestre se vería confirmada en la página 40, que destaca a cuatro columnas una polémica de raíces religiosas con supuestas implicaciones sociales de primera magnitud. «Movilización en Zaragoza ante la prohibición de que las mujeres visiten una muestra de Goya», reza el titular. «¿Quién puede prohibir tal cosa?», se preguntaría extrañado nuestro inquieto sociólogo. Luego se enteraría de que no se trata de una «muestra», sino de unas pinturas en un convento de clausura. Resulta que los monjes de la cartuja de Aula Dei se niegan a que las mujeres entren en la capilla -situada en plena clausura- para ver unos frescos de Goya, salvados de la destrucción por los propios monjes tras la desamortización de Mendizábal. Así lo pactaron los cartujos con el Gobierno aragonés cuando permitieron la visita a la capilla tres días a la semana con motivo del 250 aniversario del nacimiento del genial pintor. Pero, según los cronistas, «las mujeres de Aragón han dicho basta» y han movilizado a «sindicatos, organizaciones vecinales y colectivos de mujeres». ¿Surgirá una nueva Agustina de Aragón?

Nuestro extraterrestre también comprobaría -ya sin sorpresa- que en la primera mitad del periódico uno de los temas-estrella era el de las clases de religión en la escuela. Se le dedica nada menos que un largo artículo de opinión a cargo del diputado socialista Jordi Solé Tura (pág. 13), una generosa columna del filósofo Javier Pradera (pág. 24) -con el título de resonancias evangélicas «Marta y María»- y una crónica de toda una página, la 28, con un recuadro titulado «Religión confesional y ética laica». Le interesarían especialmente las encendidas referencias de Javier Pradera a «la intervención de la providencia en forma de milagro», al «misterio de la Santísima Trinidad», a «la naturaleza salvífica de los sacramentos» y a «la piadosa frecuentación de la confesión y la comunión».

Lo que quizá desconcertaría a nuestro imaginario sociólogo, cuando afrontara la lectura exhaustiva de esos artículos, es la postura que adopta el periódico. Pues no sólo se opone frontalmente a que la asignatura (voluntaria) de religión tenga valor académico, sino que incluso descarta cualquier enseñanza alternativa de ética o de cultura religiosa. Por lo visto, en lo religioso, cuanta más incultura mejor. Perplejo, nuestro extraterrestre se preguntaría: «¿Que pasará si triunfa la opinión del periódico, y la cultura religiosa desaparece de la escuela?». Podría pensar que si, dentro de unos años, un estudiante consultara en una hemeroteca un ajado ejemplar de El País, fecha 19 de junio de 1996, no entendería la mitad de sus artículos. ¿Marta y María? Sería un dúo musical de moda… ¿Providencia, milagro, Santísima Trinidad, sacramentos, confesión, comunión, cartujos, clausura…? Serán los términos técnicos de un antiguo juego informático… ¿Religión confesional, ética laica? Ya está, un viejo programa televisivo del estilo de Sorpresa, sorpresa. ¿Dejad que los niños se alejen…? ¿Se alejen, de quién? Quizá el futuro estudiante ni se planteara ir a ver los frescos de Goya de la cartuja de Aula Dei: ¿para qué, si no iba a entender nada de lo que el genial sordo de Fuendetodos pintó en ellos?

No hace falta ser extraterrestre para sorprenderse de la obsesiva actitud sectaria del laicismo militante. Un laicismo tan clerical a veces en su expresión, que nadie lo entendería si llegaran a hacerse realidad sus deseos de dejar a todo un país sin clases de religión ni de cultura religiosa.

Jerónimo José Martín

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