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Música legal y de pago en el teléfono móvil

publicado
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Los jóvenes, grandes consumidores de música, se han aficionado a las descargas digitales, pero resulta muy difícil cobrarles. En cambio, pagan sin reparo (o pagan sus padres) teléfonos móviles y las consiguientes llamadas y mensajes. La idea que experimenta Nokia con su nuevo modelo es hacerles pagar la música “sin que se den cuenta”, incluyéndola en la compra del aparato. Esto podría parar el descenso de la industria discográfica, que vende cada vez menos discos sin que el aumento de las descargas de pago (un 38% en 2007) lo compense (cfr. Aceprensa 27/08).

Las tácticas de las discográficas contra la piratería y para sensibilizar a los usuarios (multas y pleitos, advertencias de los propios cantantes) no dan buenos resultados, y a la vez les dan mala imagen. El público, sobre todo juvenil, está dispuesto a pagar por una cosa tangible, pero mucho menos por los productos digitales que circulan por Internet. Y la música en archivos binarios está desplazando al CD, porque lo ha hecho superfluo. En cambio, los fabricantes de aparatos que reproducen música tienen un mercado más floreciente ahora que es fácil y barato alimentarlos. Uno de ellos es Apple con su iPod, que le reporta grandes beneficios, mientras las discográficas sacan poco de las ventas en la correspondiente tienda virtual, iTunes Store (una canción cuesta 99 centavos de dólar en EE.UU. o más o menos el equivalente en otros países).

Ahora Nokia, número uno mundial en teléfonos móviles, propone una nueva simbiosis entre un aparato y la música virtual, pero al parecer en condiciones más ventajosas para las discográficas. Su flamante modelo Comes With Music (CWM), que comenzó a comercializarse en Londres a principios de octubre, es un avanzado móvil de tercera generación, con WiFi, Internet, mensajería multimedia… y música “gratis”.

Con CWM, la descarga de música es perfectamente legal: Nokia paga a las discográficas para que durante un año permitan a los usuarios descargar al móvil (y luego a su ordenador) toda la música que quieran, así como conservarla después. Al término del plazo, los usuarios deberán renovar la suscripción (o comprar un nuevo CWM) si quieren seguir bajando música legal.

En realidad se trata de esconder el precio de las descargas de música, cuyo coste las nuevas generaciones no suelen aceptar. Sencillamente, el pago se hace, por adelantado, al comprar el móvil y no en el momento de la descarga. El usuario seguirá pagando por llamadas y mensajes según el consumo que haga; pero las descargas de música no le supondrán desembolso adicional, cosa que parece decisiva para convencerle de que acepte la fórmula. El móvil en cuestión cuesta 130 libras (unos 166 euros) y aspira a convertirse en el regalo de la próxima Navidad en muchos hogares.

Los directivos de Nokia subrayan que el nuevo CWM satisface tanto las aspiraciones de los consumidores como las de la industria discográfica. Los primeros quieren un aparato en el que de modo sencillo accedan a un amplio catálogo de canciones, y la segunda no ve vulnerados sus derechos. Por su parte, Nokia espera vender más teléfonos.

Según Nokia, la fórmula comenzará a ser rentable si en un año los consumidores compran 5 millones de unidades del nuevo aparato, algo no muy descabellado para una empresa que en 2007 vendió 146 millones de móviles con tecnología multimedia. Pero algunos observadores han acogido el dato con cautela, pues no ha trascendido el montante total pagado por Nokia a las discográficas ni las condiciones del acuerdo con ellas. La operación podría estar sujeta a revisión según los resultados económicos, o condicionada por un límite en el número de descargas.

Un problema adicional aparecerá en breve, cuando los usuarios adviertan la incompatibilidad entre CWM y los servicios o móviles similares de otras compañías (Musique Max, de Orange; Play Now Plus, de Sony Ericsson, etc.).

Versión cinematográfica de la misma historia

El caso de una industria que se resiste a adaptarse al escenario inaugurado por las copias digitales puede repetirse con el cine. Recientemente los grandes de Hollywood (Paramount, Twentieth Century Fox, Universal, Warner, Columbia, Walt Disney y Sony) se aliaron en una demanda contra un nuevo programa de Real Networks, llamado RealDVD, que permite copiar cualquier DVD. Real Networks es el fabricante del muy difundido programa RealPlayer, para reproducir música y vídeos en ordenador, y la empresa que puso en marcha Rhapsody, un sitio para la descarga de música de pago. Real Networks puso RealDVD en el mercado a finales de septiembre, al precio de 30 dólares (promoción de lanzamiento), pero tuvo que retirarlo enseguida por la demanda de las productoras.

Según las majors, RealDVD facilita violar su copyright. Real Networks alega que el copiado es legal, pues RealDVD hace copias cifradas (como los originales) y, por tanto, no permite transmitirlas por Internet, sino solo hacer copias privadas en soporte físico. Para la empresa demandada, las productoras intentan atrincherarse en prácticas de otros tiempos: “Vemos con disgusto -dijo un portavoz de Real Networks- que la industria cinematográfica sigue las huellas de las discográficas en su intento de paralizar los avances tecnológicos, en vez de adoptar unos cambios que benefician a los consumidores al aumentar el valor y la flexibilidad de sus compras” (International Herald Tribune, 2-10-2008). La cuestión se dirimirá en los tribunales de San Francisco.

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