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En el centenario de Dino Buzzati

publicado
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Dino Buzzati
Dino Buzzati firmando libros en Milán, 1960

Dino Buzzati firmando libros en Milán, 1960

 

En octubre de 2006 se cumple el centenario del nacimiento del escritor italiano Dino Buzzati, autor de novelas, cuentos y obras teatrales, y figura importante de las vanguardias artísticas europeas de posguerra.

Dino Buzzati (1906-1972) nació cerca de Belluno, al noreste de Italia. Estudió en la Universidad de Milán. En esta ciudad trabajó como crítico, reportero y, desde 1928, editor del «Corriere della Sera». También colaboró como crítico teatral, articulista y, sobre todo, como ilustrador, con Il popolo di Lombardia.

La formación de Buzzati se dividió entre las que habían de ser las pasiones de toda su vida: la literatura, la música y la pintura, a las que desde 1920 habría que añadir una nueva: la montaña. Empezó escribiendo fábulas morales para niños y adultos en la década de 1930. Su primera novela, Bàrnabo delle montagne (Bàrnabo de las montañas) aparece en 1933, y dos años más tarde Il segreto del Bosco Vecchio (El secreto del Bosque Viejo).

El protagonista de Bàrnabo delle montagne es un guardabosques joven que, junto con una cuadrilla de compañeros, pasa su vida en una zona salvaje de las estribaciones de la gran cordillera que delimita la frontera de un país. ¿La Italia del primer tercio del siglo XX? Su existencia está marcada por las imposiciones de la naturaleza y la climatología. Hasta que un día aparece un grupo de bandoleros que siembra el temor de nuevas visitas.

«Il segreto del Bosco Vecchio» narra la historia del coronel Sebastiano Procolo, un severo militar de mostachos canos, que se retira del servicio en 1925 para hacerse cargo de la herencia de su tío, un terrateniente. Entre sus posesiones se encuentra una foresta milenaria, el orgullo de Valle Fondo. Urracas que recitan poesía, árboles con algo más que espíritu, el viento Matteo, que es músico poderoso y viejo. «Sólo los niños, aún libres de prejuicios, se daban cuenta de que el bosque estaba poblado por genios», comentó Dino Buzzati. Novela paradigma de la fantasía alegórica, una fábula llena de matices e interpretaciones, una pieza clásica del género fantástico europeo sesenta años después de su escritura.

En 1939, Buzzati fue enviado especial del Corriere della Sera en Addis Abeba. También durante 1940 fue reportero de guerra a bordo del crucero Fiume. De estas experiencias surgen las crónicas de las batallas de Capo Teulada y de Capo Matapan, y de la segunda batalla de la Sirte. También escribió la Cronaca di ore memorabili (Crónica de horas memorables), aparecida en la primera página del Corriere della Sera el 25 de abril de 1945, día de la Liberazione.

Su mejor novela, Il deserto dei Tartari (El desierto de los tártaros) apareció en 1940. Cuenta la agobiante historia de un oficial recién incorporado a un destacamento perdido en tierra de nadie, que se prepara para una invasión que nunca llega. El teniente Giovanni Drogo es lentamente atrapado por esa espera infinita, en la que nada pasa y todo acecha, incapaz de salir del lugar que tanto había odiado. Il deserto dei Tartari es producto de la monotonía de su trabajo periodístico, de sus solitarios paseos de madrugada de vuelta a casa tras cerrarse la redacción del periódico, de su experiencia militar y del sentimiento, como él mismo escribió, “de estar consumiendo inútilmente la vida”.

No renunció Buzzati a un aspecto más comercial y cercano al público en sus artículos periodísticos. Escribió la crónica del Giro de 1949 (El Giro de Italia), varios artículos sobre la llegada del hombre a la Luna en 1969 –con el que gana el premio periodístico Mario Massa– y un célebre reportaje sobre la expectación por el Apolo 13.

Gracias a sus excepcionales dotes como dibujante publicó La famosa invasione degli orsi in Sicilia (La famosa invasión de Sicilia por los osos), ejemplo de novela gráfica para niños y mayores. Y al final de su vida, entre otras, Poema a fumetti (1969, Poema en viñetas), que recrea a través de doscientos dibujos su propia versión del mito de Orfeo, o I miracoli di Val Morel (1971, Los milagros de Val Morel), un libro con los ex-votos pintados por Buzzati, a los que se añadió un texto explicativo.

Obras posteriores son la novela de ciencia-ficción Il grande ritratto (El gran retrato) y Un amore (1963, Un amor). El mundo literario de Buzzati es casi exclusivamente masculino, fruto de una censura materna que le hace sentir el amor como traición y culpa. A la muerte de su madre, Buzzati se enamora locamente de Almerina Antoniazzi, que convertirá en el personaje de Laide en Un amore, y con la que se casará a los 60 años. En esta novela, la mujer aparece como una maraña de sentimientos, misterio y placer, pero también fuente de angustia y desesperación, salvación y condena, principio y fin, vida y muerte.

Los relatos breves

Sus relatos breves están recopilados en I sette messaggeri (Los siete mensajeros y otros relatos), Sessanta racconti (Sesenta cuentos, 1958, reeditado recientemente por El Acantilado), que obtuvo el Premio Strega, o Le notti difficili (1971, Las noches difíciles). En ellos los acontecimientos más extraños se abordan sin rodeos, pues Buzzati pensaba que la efectividad de una historia fantástica depende de que se cuente en los términos más simples y eficaces.

Por ello no dudaba en distender la narración con el ingrediente del sentido del humor, que le sirve de vehículo para introducir la fantasía con la que se enfrenta a cuestiones metafísicas, como el paso del tiempo, la muerte o el ansia de absoluto. Buzzati era más capaz de indagar que de aportar respuestas, y en su obra deja un regusto de escéptico pesimismo al no poder adelantarlas.

El estilo alegórico y neblinoso de Buzzati bebe de los manantiales de Franz Kafka. Parece innegable la relación entre Il deserto dei Tartari y el relato breve del checo Ante la ley. Sus cuentos, a la altura de los de Italo Calvino o Jorge Luis Borges, revelan sobriedad e incisividad, y están barnizados de un buen humor escéptico y socarrón.

Buzzati recibió en el seno familiar una educación católica, pero con el paso de los años se separó de la fe. Sin embargo, el hormigueo de un ansia de trascendencia le indujo a buscar el misterio divino en todo lo que escribía.

Buzzati siente que su alma no vive conforme a su naturaleza, que la angustia que la cubre es ajena a su modo de ser. Y de este no vivir surge la añoranza por un Dios personal que, al liberarnos de nuestros pecados y dar sentido a nuestros dolores, arranque la costra de ansiedad que sofoca al alma. Sin embargo, Buzzati nunca dio el paso, no rompió las cadenas ni sobrepasó los límites que cercaban esa angustia.

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