Las series nórdicas, un viento nuevo

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Okkupert, Eldar Skar som PST-livvakt Hans Martin Djupvik

La variedad temática, el tratamiento de asuntos históricos, la calidad en la construcción de personajes y en las interpretaciones, la forma de abordar los conflictos y tramas familiares o profesionales… destacan en un buen número de series nórdicas que están accesibles en plataformas y cuentan cada vez con más espectadores internacionales.

Con la ampliación del catálogo de las plataformas ya existentes y la llegada de algunas nuevas, es fácil ver series y películas de muy distinta procedencia. La ficción seriada de los países nórdicos está mucho más accesible que cuando solo podía verse en algunos canales convencionales de televisión o de cable.

Dos series, Borgen y Bron/Broen, marcaron al comienzo de la segunda década de nuestro siglo el despegue internacional de las series producidas por unos países que cuentan con una gran tradición cinematográfica y televisiva, superadas si cabe por el enorme prestigio que tiene su teatro.

No hay que olvidar el peso de los realizadores nórdicos en la historia del cine. Entre los suecos están los maestros Sjöström y Bergman; Hallström, Alfredson y Andersson están en activo. Entre los daneses, Dreyer y su discípulo Gabriel Axel (El festín de Babette); operativos están los creadores del movimiento Dogma 95, Lars von Trier y Thomas Vintenberg. Susanne Bier, ganadora de un Oscar en 2011, y Lone Sherfig son dos de las mejores directoras del mundo, con películas excelentes como Después de la boda y An Education. El finés Aki Kaurismäki es considerado como uno de los grandes realizadores vivos, autor de extraordinaria humanidad, con un cine muy singular emparentado con el western mudo americano y con las películas de Jacques Tati. El islandés Baltasar Kormákur trabaja en su país y en Estados Unidos firmando películas de acción que han protagonizado estrellas de Hollywood como Mark Whalberg.

Borgen y El Puente

Borgen es un drama político de tres temporadas que sigue los pasos de una mujer que, sin esperarlo, se convierte en primera ministra danesa. Se estrenó en 2010. Bron/Broen (El Puente) es un thriller policial de cuatro temporadas que empezó a emitirse en 2011. Coproducción entre Suecia y Dinamarca, la serie cuenta la investigación de un crimen cometido en el puente que une Copenhague y Malmö. En Estados Unidos compraron los derechos para hacer una serie titulada The Bridge, que trasladaba la acción a la frontera entre México y Estados Unidos.

El llamado Nordic Noir o Scandinavian Noir es un género de series policiales procedimentales que ha obtenido mucho éxito local e internacional. Están la danesa Forbrydelsen (de la que hay una versión norteamericana, The Killing), estrenada en 2007; la islandesa Trapped (2015), dirigida por Kormákur; la finlandesa Bordertown (2016), y la británica Marcella (2016), que produce, escribe y dirige el sueco Hans Rosenfeldt, creador de la citada Bron/Broen.

Las mejores series nórdicas destacan por la calidad de los diálogos y las interpretaciones de actores que han trabajado en el teatro

Es llamativa la calidad de los diálogos de muchas de estas series que superan los clichés de producciones norteamericanas similares. La estrategia de los creadores nórdicos apunta a una gran naturalidad, fruto de la calidad de unos actores acostumbrados a trabajar en el teatro, por las pequeñas dimensiones de la industria del cine de sus países. Junto a un aplomo llamativo en la dicción, hay un excelente manejo del lenguaje corporal, potenciado por una puesta en escena sobria, con mucho sentido dramático. La calidad de la fotografía y del montaje se aprecia en los interiores y cobra un brillo especial en las secuencias de exteriores, pues recogen la belleza de unos paisajes que muchas veces producen desasosiego, por el rigor de una naturaleza donde los errores se pagan.

Desde el punto de vista temático, destaca la capacidad de algunas series nórdicas para abordar historias que se asoman al pasado, como las instalaciones de agua pesada, con destino a experimentos atómicos, que se construyeron en Noruega en la Segunda Guerra Mundial, bajo la dirección del físico alemán y premio Nobel Werner Heisenberg, que a la postre lograría engañar a los nazis para que no fabricasen la bomba nuclear. Su relación con su colega y mentor, el físico danés Niels Bohr –también premio Nobel–, y una célebre entrevista que mantuvieron se tratan en los seis episodios de 45 minutos de la miniserie noruega Operación Telemark (Kampen om tungtvannet, 2015).

Uno de los elementos comunes de las series que comentaremos a continuación es el gran peso dramático de los personajes femeninos que protagonizan las historias.

Mar del Norte, Navidad de 1969

El tema de una de ellas es el descubrimiento de petróleo y gas en el Mar del Norte, frente a la localidad de Stavanger (80.000 habitantes), al sudeste de Noruega, un país tradicionalmente muy dependiente de la pesca. Los norteamericanos están muy interesados en explotar el yacimiento, pero creen que está agotado, y entonces un suceso lo cambia todo. Es 24 de diciembre de 1969, y una ciudad cuya principal industria es la conservera y la del transporte marítimo se levanta en Navidad con un gran nerviosismo por el empeño de la compañía norteamericana Phillips Petroleum por hacerse con la concesión para explotar los pozos marinos descubiertos.

Dirigida por Pål Jackman y Petter Næss, El tiempo de la felicidad (Lykkeland) es el relato en ocho capítulos de 45 minutos de la transformación de un país y de sus gentes. El inteligente guion elige a tres personajes de veintipocos a-ños, dos chicas y un chico, como conductores de la historia. En su juventud, verán las decisiones que toman sus padres y familiares, que marcarán el futuro de un país muy tradicional e independiente, con una vigorosa religiosidad en las zonas rurales, con un modelo social en el que las clases sociales se relacionan de una manera peculiar, franca y directa.

Un esmerado diseño de producción recrea los finales de los 60 con un intenso sabor dominado por un estilismo cautivador, especialmente en lo que se refiere al vestuario que recrea la época, con un talento muy llamativo, en hombres y mujeres de distintas clases sociales, desde la alta burguesía a la clase trabajadora.

Este asunto del vestuario es capital en cualquier serie, sobre un tiempo pasado o el contemporáneo. En las series históricas, desde los años 20 del siglo pasado en adelante, el esfuerzo por lograr los tejidos y los cortes adecuados y ambientar la ropa (así se denomina el trabajo para que las prendas estén usadas y no parezcan recién salidas de un taller de costura) tiene el aliciente de que existe mucho material fotográfico, televisivo y fílmico de la época y el ambiente. Los actores reciben un adiestramiento muy preciso sobre la manera de caminar, estar sentados, bailar, relacionarse.

Es un aspecto en el que resultan deslumbrantes series norteamericanas ya finalizadas que abordan el mundo de los negocios y de los conflictos jurídicos, como Mad Men o The Good Wife. Un spin off de esta última, The Good Fight, tiene uno de los vestuarios y estilismos (peinado, maquillaje, complementos, joyas) más fascinantes de las series en emisión: el vestuario –no lo olvidemos– dice mucho de la personalidad y del comportamiento de los individuos y del entorno en que se mueven. Son numerosos los espectadores de series que valoran estos aspectos, hasta el punto de reconocer que pueden conectar menos con el argumento pero les apasiona el diseño de producción (valga el ejemplo de la muy bien vestida y fotografiada Peaky Blinders, una producción bastante truculenta sobre un clan de delincuentes en Birmingham en la primera posguerra mundial).

Es notable que los productores de El tiempo de la felicidad, serie serena y sin embargo emotiva, sepan controlar el gasto, localizando con sabiduría unos lugares evocadores y relevantes. Se logra ese equilibrio característico de las grandes series históricas que saben conjugar los espacios abiertos y los interiores. La trama económica (política, laboral y social) conecta con las tramas afectivas de una manera admirable: siempre manda la primera, cosa infrecuente en las series que tienden a potenciar las segundas porque piensan que así logran mayor empatía en los espectadores.

El personaje central, Anna –una secretaria, hija de unos granjeros modestos, que trabaja para la administración local–, interpretada magistralmente por Anne Regine Ellingsæter, es cautivador por su carácter genuinamente noruego. Los diálogos fluyen e interesan incluso en situaciones que inicialmente podrían resultar áridas o poco atractivas, como una reunión entre autoridades locales y ejecutivos americanos, una asamblea de trabajadores o una fiesta familiar de una familia acomodada.

Una entrenadora de fútbol

Las series deportivas son un género en Estados Unidos. Entrenadores, jugadores, peripecias dentro y fuera del campo, competición, fichajes, lesiones, grupo e individuo, liderazgo. Son asuntos trillados por el cine y las series. Pero en 2018, una serie noruega nos cuenta algo nuevo.

Ane Dahl Torp (Occupied) da vida a Helena Mikkelsen, que a sus 40 cumplidos, es la entrenadora del equipo femenino del Rosenborg, el número uno del fútbol femenino noruego. Si gana el siguiente partido, su equipo se clasifica para la final de la Champions. En ese momento, llega la oferta del Varg IL, un equipo masculino recién ascendido a primera, en la ciudad de Trondheim, la tercera de Noruega, con 184.000 habitantes. Helena acepta y se convierte en la primera mujer que entrena un equipo europeo masculino de la máxima categoría. Se traslada con su hija de 17 años, Camilla, que estudia cocina y no ve con demasiado agrado el cambio de aires.

Friday Night Lights, la serie norteamericana estrenada en 2006 que tuvo cinco temporadas y 76 episodios, es una buena serie y gustó a los creadores de Home Ground (Heimebane). Pero es evidente que son historias muy distintas. Lo que hace muy interesante a Home Ground va más allá de que la protagonista sea una mujer. La serie es muy noruega por los dueños del equipo, el director deportivo, las peñas de aficionados, los patrocinadores, los jugadores… Se hace una historia donde lo deportivo sirve para retratar una sociedad.

En varias series nórdicas recientes, los personajes femeninos tienen un gran peso dramático

En Home Ground, los personajes responden a las peculiaridades de un país frío, con gente con mucho carácter. El guion presenta a una entrenadora que da mucha importancia al análisis de los datos y al realismo del método científico, apoyado en estadísticas para decidir las alineaciones y las estrategias del juego. Helena confía en la motivación, sí, pero de manera diversa a la de entrenadores que trabajan en otros países.

Hay un inteligente equilibrio entre la trama deportiva y las subtramas personales. Todo se cuenta con esa manera tan noruega de narrar lo evidente, lo común, con un sentido dramático neto, que no tiene miedo a los grises, a lo cotidiano, a lo que no brilla. Los personajes no tienen especial carisma ni resultan empáticos, pero la historia va interesando: a fuego lento se va cociendo un buen relato, que se toma su tiempo para desplegar los conflictos. Cierto es que retrasa los puntos de giro, alargando cada episodio a 50 minutos, que debieran ser 44: la serie se creó para ser emitida por un canal de TV noruego en abierto y con publicidad, todo sea dicho. En segunda temporada hay alguna subtrama sentimental que resulta forzada y quiebra el logrado equilibrio de la primera.

Uno de los grandes aciertos de la serie es contar con el futbolista profesional noruego John Carew (Lorenskog, 1979), un delantero de casi dos metros de altura, apodado La Jirafa, que militó en equipos como el Rosenborg, Valencia, Olympique de Lyon y West Ham. Fue 91 veces internacional con Noruega. Carew es él mismo, un veterano jugador que vuelve a su país casado y con dos hijas preadolescentes para retirarse en un equipo modesto que le ha ofrecido quedarse como entrenador cuando cuelgue las botas.

Noruega ocupada por los rusos

Traemos dos ejemplos más de la calidad de las series nórdicas. Ambas son historias muy imaginativas. GreyZone cuenta la zozobra de Victoria Rahbek, una ingeniera de telecomunicaciones danesa que trabaja en un prototipo de dron de una empresa sueca con muy sofisticada tecnología, para usar en tareas de aviación civil.

Chantajeada por un terrorista islámico que amenaza con matar a su hijo de ocho años, Victoria será obligada a colaborar con los terroristas que pretenden atentar en algún lugar de Dinamarca. Los 10 episodios siguen la trama de la mujer, que se ve obligada a convivir con un terrorista, junto a las investigaciones de otra mujer, una policía enviada desde Suecia para colaborar con las autoridades danesas. Le asignan a un detective muy distinto a ella, con quien tendrá que investigar quién ha introducido en el país un misil y qué pretendían hacer con él.

Occupied (Okkupert, 2015) se inspira en una idea del novelista Jo Nesbo, que es productor ejecutivo de la serie más cara de la historia del audiovisual noruego (90 millones de coronas). Ambientada en la actualidad, cuenta la ocupación militar de Noruega por el ejército ruso.

Lo asombroso es que los rusos actúan así por petición de la Unión Europea, que no puede consentir que las autoridades noruegas hayan decidido paralizar la extracción de petróleo y gas para frenar el cambio climático, siguiendo una promesa electoral del partido verde que ocupa el poder. La serie tiene dos temporadas y se prepara la tercera, tras el éxito obtenido en Suecia, Dinamarca, Reino Unido y el resto de Europa. Cada capítulo lleva el título consecutivo de un mes del año.

En las cuatro series son muy bellas las localizaciones, tanto urbanas como campestres. Se trata de países menos conocidos por el turismo internacional, y ese es un valor de producción muy apreciable.

 


Contenidos especiales en las series: (S) indica escenas sensuales; (X), escenas de sexo.

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