A MacIntyre le ha ocurrido como a muchos filósofos, y a menudo se ha visto conminado a desempeñar el papel de Casandra. De este modo, ni siquiera sus advertencias han conseguido que la cultura contemporánea superara algunas de las debilidades que detectó: el individualismo, la atomización social, el desarraigo, el emotivismo exacerbado…
Como intelectual, atravesó todos los rubicones: pasó, de puntillas, por la filosofía analítica, se familiarizó una larga temporada con el marxismo y llegó al cristianismo, para redescubrir, primero, a Aristóteles, y luego a santo Tomás y a Edith Stein. A decir verdad, sus intereses fueron tan variados como esa formación, y si bien siempre se lo ha considerado, strictu sensu, un filósofo moral, en realidad tr…
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