La recopilación y el análisis de grandes volúmenes de datos ya no es solo obra de un Estado policial, sino la actividad continua de muchas empresas. Los llamados big data no sirven para todo, ni resuelven los males del mundo, pero permiten nuevos servicios muy útiles, desde el simple corrector ortográfico al control de las epidemias de gripe. También suponen nuevos peligros para la libertad y la intimidad de las personas. Una versión de este artículo se publicó en el
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