Pixar rompe con Disney

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El sector audiovisual, más allá de sus repercusiones artísticas, sociológicas y recreativas, es la principal industria exportadora de EE.UU. Es un dato que conviene tener a la vista para entender la expectación que han despertado, primero, la ruptura de la relación entre Pixar y Disney -una entente nacida hace trece años-, y después, las hipotéticas alianzas que puede llevar a cabo Pixar para producir y distribuir sus muy rentables películas. Baste decir que Buscando a Nemo, el último estreno de Disney-Pixar, con un presupuesto de 94 millones de dólares, ha ingresado 792 millones sólo en las taquillas de los cines. A esa cantidad habrá que añadir los ingresos por venta y alquiler de DVD.

Steve Jobs, fundador de la empresa de ordenadores Apple, es el presidente ejecutivo de Pixar Animation Studios. En 1986, Jobs compró Pixar a la Industrial Light & Magic de George Lucas por 10 millones de dólares. En una reciente nota de prensa, Pixar anunció unos beneficios de 124,8 millones de dólares en el año 2003, con un espectacular incremento, de 17 a 83,9 millones, en el último cuatrimestre de ese año, en comparación con los del mismo periodo del ejercicio anterior. Por otro lado, Jobs, en una entrevista concedida a Los Angeles Times, utilizó adjetivos despreciativos para calificar las últimas películas de la Disney. El planeta del tesoro y Brother Bear le resultan «penosas»; mientras que las secuelas de Peter Pan (Regreso al País de Nunca Jamás) y de El Rey León vienen a ser «bastante enojosas». La Disney no ha recibido nada bien esas declaraciones de Jobs.

En la actualidad, Pixar cotiza en el mercado tecnológico NASDAQ. La empresa cuenta con más de 750 empleados, que trabajan en los nuevos estudios de Emeryville (California), a los que se mudaron recientemente desde Richmond. Después de anunciarse la ruptura, subieron las acciones de Pixar y bajaron un 5% las de Disney, que recientemente ha vivido la dimisión de su vicepresidente Roy E. Disney, en desacuerdo con la línea seguida en los últimos diez años por el presidente Michael Eisner. El sobrino del fundador piensa que la compañía ha descuidado mucho su división de dibujantes y guionistas, alimentando una dependencia excesiva de la animación por ordenador que caracteriza a Pixar.

Toy Story (1995), Bichos (1998), Toy Story 2 (1999), Monstruos S.A. (2001) y Buscando a Nemo (2003), las cinco películas fruto de la colaboración de Pixar y Disney, han recaudado más 2.500 millones de dólares, a los que se suman los ingresos de la venta de más de 150 millones de DVD y vídeos. Coproducidas al 50% entre las dos empresas, Pixar y Disney se repartían por mitad los beneficios. Además, Disney, que aseguraba la distribución, se quedaba con el 12,5% de los ingresos de taquilla. Según la consultora Merrill Lynch, el 50% de los ingresos de Disney en los últimos cinco años procedieron de las películas de Pixar.

Así las cosas, las dos empresas seguirán colaborando hasta 2006: los dos próximos largometrajes de Pixar, en los que permanecerá vigente el acuerdo con Disney, son The Incredibles (2004), dirigido por Brad Bird (El Gigante de Hierro), y Cars (2005), de John Lasseter, director de Toy Story y cabeza artística de Pixar. Por lo pronto, Disney se ha mostrado dispuesta a utilizar su derecho de hacer una tercera parte de Toy Story, aun sin contar con el concurso productivo de la tecnología Pixar.

El futuro sin Pixar puede resultar difícil para Disney, que desde hace años no logra un gran éxito en su especialidad, los dibujos animados. El actual equipo directivo de Disney parece creer que el negocio está en la animación por ordenador, pues recientemente ha despedido a buena parte de sus dibujantes. Y en este momento, Pixar, pionera y número uno de la nueva técnica, ha decidido que puede y prefiere prescindir de Disney.

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