En los últimos meses proliferan las películas basadas en temas apocalípticos. El cine reciente trae títulos como Soy leyenda (una plaga afecta a la mayoría de la humanidad); Cloverfield (un alien destruye Manhattan); Hellboy II (infierno y tierra se enfrentan y provocan una destrucción masiva) o Doomsday (“El día del Juicio Final”), un film sobre un virus letal muy similar a otros ya estrenados como 28 días después o Hijos de los hombres.
Esta tendencia puede ser consecuencia de las repetidas amenazas que lanzan los políticos; continuamente se habla de posibles guerras nucleares, ataques químicos o biológicos. Pero también refleja algo que subyace en la mente humana: al final de esta vida habrá un juicio, con una recompensa o un castigo. Para Francis Maniscalco, ex director de Comunicación de la Conferencia Episcopal Católica de Estados Unidos, “durante un tiempo se pensó que ese juicio correspondía solo a Dios; hoy en día se cree que podemos hacerlo nosotros mismos, por el poder que la ciencia pone en nuestras manos o por nuestro comportamiento irresponsable hacia el medio ambiente”, según informa The Wall Street Journal.
Algunos críticos señalan que las películas no están diseñadas para creyentes ni reflejan el contenido del Apocalipsis bíblico. Mantienen un ligero parecido con la idea religiosa del final de los tiempos, pero con un enfoque más nihilista. “Precisamente la fe es lo que capacita para ver en el Apocalipsis algo más que la catástrofe final”, afirma Steve Greydanus, director de la web Decent Films Guide. Maniscalco coincide en la misma apreciación: “En la visión cristiana, Dios transformará el mundo en el reino eterno, y en la literatura apocalíptica normalmente se retrata esto como un cataclismo universal”. Podría decirse que “estas películas comparten la idea de cataclismo, pero no la esperanza basada en la Providencia de Dios”, afirma Maniscalco.
Ver artículo original: Apocalypse Now?