Nuevos recursos de cine y televisión a la carta

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Ver una película es algo que cada vez más deja de ser una experiencia colectiva: la selección individualizada de programas y horarios que se impone gracias al sistema de televisión digital en diferido va también llegando al cine.

En París, la ahora llamada rue du Cinéma es un camino subterráneo que integra las veintitrés salas de la UGC Cité Ciné de Les Halles (París) con la nueva Biblioteca del Cine François Truffaut y con el reformado Fórum de las Imágenes. Después de un gasto de 12 millones de euros, este espacio rediseñado por el arquitecto Anouk Legendre se ha abierto el pasado 5 de diciembre a los 340.000 visitantes que espera recibir anualmente

Por los 440 metros cuadrados de esta sala se reparten en efecto 16 sofás de diseño vanguardista, cada uno con una pantalla delante. Arrellanados en ellos y provistos de audífonos, los espectadores pueden ver solos o en pareja cualquiera de los 5.500 títulos que figuran en la colección, y que van desde una película de los hermanos Lumière de 1896 hasta la reciente María Antonieta de Sofia Coppola, más otros mil documentos audiovisuales de diverso carácter. El precio, que incluye dos horas en este recinto y una sesión de cine convencional en cualquiera de las demás salas, es de 5 euros.

Grabación digital en diferido

También el telespectador va acercándose a una programación a la carta. El sistema DVR, que usan ya en Estados Unidos más de 65 millones de espectadores, permite grabar en un disco duro los programas, para verlos cuando mejor convenga y sin publicidad. La utilización de este sistema ha aumentado un 34,5% respecto de 2007, incrementando el número de adeptos a algunas de las series de televisión más famosas hasta en tres y en cuatro millones de televidentes. En España se prevé que esta tecnología esté disponible dentro de un par de años.

La televisión sigue siendo en Estados Unidos el ámbito por excelencia para el consumo de vídeos, aunque la cuota en el uso de Internet -de la que se valen más de 120 millones de norteamericanos para ver grabaciones audiovisuales y televisión en diferido-, ha crecido más que la de cualquier otro medio. Sin embargo, las 142,7 horas mensuales que se dedican a la televisión dejan muy rezagadas a las 27,3 que pasan los estadounidenses navegando en la red.

Ahora… a hacer cuentas

Los buenos resultados obtenidos en el aumento de las audiencias (que para el caso de la grabación digital en diferido toma en cuenta los siete días posteriores a la emisión) no lo son tanto, en cambio, para la publicidad: uno de los mayores atractivos de la Timeshifted TV, como se conoce a la televisión a la carta, es precisamente que el espectador puede pasar los anuncios sin verlos. Anunciantes, agencias publicitarias y televisoras han comenzado a mostrar su preocupación por el nuevo recurso, que permite evadirse de los mensajes publicitarios.

A su vez, en el Fórum de las Imágenes parisino tampoco se sabe si el presupuesto de 7,5 millones de euros (que corresponde en un 80% a la ciudad de París y en el 20% restante a sus propios recursos) será capaz de sostener el ambicioso universo de la cultura audiovisual en el que pretende convertirse.

Su directora, Laurence Herszberg, cree que la crisis impedirá exhibir en sus salas algunas superproducciones cuyo alquiler puede llegar a los 1.500 euros por sesión. La media de estos costes, que hace un lustro era de unos 100 euros, ronda ahora los 250 o los 300.

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