Manifiesto contra la «telebasura»

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En España, varias asociaciones de telespectadores, organizaciones de consumidores y sindicatos han firmado un «manifiesto contra la telebasura» en el que piden un código ético que regule los contenidos televisivos. Ofrecemos los principales párrafos del documento.

El término «telebasura» viene dando nombre a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia. (…)

Los promotores de la «telebasura», en su búsqueda de un «mínimo común denominador» capaz de concitar grandes masas de espectadores ante la pantalla, utilizan cualquier tema de interés humano, cualquier acontecimiento político o social como mera excusa para desplegar lo que consideran elementos básicos de atracción de la audiencia: sexo, violencia, sensiblería, humor grueso, superstición. (…)

Bajo una apariencia hipócrita de preocupación y denuncia, los programas de «telebasura» se regodean con el sufrimiento, con la muestra más sórdida de la condición humana, con la exhibición gratuita de sentimientos y comportamientos íntimos. Desencadenan una dinámica en la que el circense «más difícil todavía» anuncia una espiral sin fin para sorprender al espectador.

La «telebasura» cuenta también con una serie de ingredientes básicos que la convierten en un factor de aculturización y desinformación, así como en un obstáculo para el desarrollo de una opinión pública libre y fundamentada:




Este desprecio desemboca en la realización de «juicios paralelos»; en el abuso del amarillismo y el escándalo; en la presentación de testimonios supuestamente verdaderos pero que en realidad provienen de «invitados profesionales». Y, por supuesto, en la apoteosis de una televisión de la trivialidad, basada en el protagonismo de los personajes del mundo «rosa» y «gualda», cuyas nimiedades y conflictos sentimentales, tratados desde el más descarado amarillismo, son otro de los ingredientes de esta infecta salsa. (…)

Ha llegado el momento de que todos los agentes implicados en la actividad televisiva tomen conciencia de su responsabilidad ante la «telebasura», que por supuesto varía en importancia según la capacidad de cada uno de condicionar las reglas del mercado.

Responsabilidad, por tanto, de los Poderes Públicos, de las cadenas, de los anunciantes. Responsabilidad de los programadores y de los profesionales. Y responsabilidad, también, del ciudadano, que aun sin dejarse engañar por la falacia del «espectador soberano», que por su mero dominio del mando tiene la capacidad de modelar la oferta, debe saber que su decisión de ver un programa no está exenta de consecuencias, ni para su propia dignidad ni para el propio mercado televisivo. (…)

Por todo lo anterior, queremos manifestar nuestro rechazo y preocupación ante la «telebasura», y exigimos, como garantía de control social en una sociedad democrática, tanto la elaboración de un código ético de regulación de los contenidos televisivos como la constitución de un Consejo Superior de los Medios Audiovisuales, en los términos en los que fue aprobado por la mayoría de los grupos parlamentarios en la anterior legislatura.

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